P. CABEZA
BILBO

Muere B.B. King, el guitarrista más popular del blues

El jueves, madrugada del viernes en Euskal Herria, fallecía a los 89 años B.B. King en su hogar de Las Vegas mientras dormía, según testimonio de su abogado. Se esperaba el desenlace tras meses de hospitales y, de paso, disputas entre su mánager y la familia al olor del dinero.

B.B. King fue uno de los guitarristas más grandes que ha conocido el blues. Para músicos como Eric Clapton resultó ser una figura imprescindible para entender el género y su propio estilo y devoción por el blues. Pero no fue el único entusiasta porque tras el fallecimiento son cientos los músicos que han tuiteado o declarado lo grande que fue Riley B. King.

Con todo, y una vez más, la muerte de un músico popular se ve tiznada por las disputas familiares y los representantes legales del músico, en este caso en la figura de Laverne Toney, su mánager y de quien también se afirma que compañera.

King tuvo quince hijos, la mayoría propios y algunos adoptados, posiblemente para evitar acciones legales. Algunos especialistas apuntan que la mayoría de madres diferentes. King nunca negó ser «eso que algunos denominan mujeriego».

De los quince hijos viven once y tres de ellos Karen Williams, Rita Washington y Patty King denunciaron a Toney por tener “secuestrado” a King y por temer que se estaba apoderando del dinero de este. A primeros de mes fue el juicio en Las Vegas, donde vivía el guitarrista. El juez no percibió problema alguno y la familia se fue como vino, aunque anunciando que seguirían peleando. Sí parece cierto que músicos como Carlos Santana y Eric Clapton habían solicitado poder visitarle, pero sin obtener respuesta por parte de Laverne Toney.

Con todo, y a pesar del gran éxito de King, este mencionó en varias ocasiones que vivía poco más que al día por los numerosos gastos que tenía. Y eso que durante muchos años llegó a tocar hasta 300 veces y no menos de 100 por término medio.

Una semana después del juicio ha llegado la muerte de King y cabe esperar que la batalla legal por la herencia y derechos va a ser cruenta. Nada que resulte extraño en Estados Unidos, donde las relaciones de familia son, en parte, extrañas, distantes y, finalmente, interesadas. Sin obviar el poder extraordinario que acaparan mánagers, abogados y hasta médicos.

B.B. King confesó en varias entrevistas que no había sido un buen padre. «Por desgracia mi trabajo está en el camino, en las noches. Nunca he dejado de moverme. Pero jamás dejé de amarles y cuidarles. Lo mejor que pude hacer era trabajar por ellos y cuidarles».

Dos dólares y medio

Riley B. King nació el 16 de septiembre de 1925 en una plantación de algodón en Itta Bena (Misisipi). Fue educado en una escuela que solo contaba con una pequeña habitación para decenas de críos. Tuvo que superar, además, problemas de tartamudez. Sus padres se separaron cuando Riley tenía cuatro años, y su madre murió cuando él cumplía diez. Abandonó la granja, se fue a vivir con su padre, la nueva compañera de este y unos cuantos hijos, pero regresó a la granja poco después tras una mala experiencia. Tras un accidente con el tractor decidió abandonar definitivamente el campo. Tomó su vieja guitarra (con siete años se hacía sus propias guitarras con palos de escoba y alambres) y con 2,50 dólares en el bolsillo hizo autostop camino a Memphis.

En busca del éxito

King nunca llegó a aprender a tocar la guitarra solista y a cantar a la vez. En estudio todo cabe, pero quienes le recuerden de discos en directo o haya tenido la oportunidad de verle, por Euskal Herria ha pasado en varias ocasiones, habrá podido comprobar que canta y deja el mástil solista, que ataca un solo y abandona la voz. Que aprieta sus ojos y abre la boca, que levanta las cejas y su cara parece explotar.

King grabó más de 50 discos, ofreció más de 15.000 conciertos. Siempre con el toque dulce de nota, suave, silencios, muy melódico. Captó a Eric Clapton por la voz y la guitarra, pero también a otros cientos de músicos que siguen lamentando su muerte.