gara, donostia
EDITORIALA

Arrancando caretas

Un muro de dignidad vestido de naranja frente al negro de la tiranía y la sumisión a la ley más injusta. Esa es la imagen que dejaron ayer las más de tres horas de resistencia pacífica ejercida por decenas de personas en la Plaza gasteiztarra de la Virgen Blanca. Querían impedir la detención de tres jóvenes condenados por la Audiencia Nacional por su actividad política. Finalmente, Aiala Zaldibar, Igarki Robles e Ibon Esteban fueron arrestados, como lo fueron la pasada semana Ainhoa Villaverde, Bergoi Madernaz, Marina Sagastizabal y Xabat Morán. Tienen por delante seis años de condena injusta, basada en autoinculpaciones obtenidas bajo tortura.

El encarcelamiento de su juventud más dinámica es una tragedia para un pueblo. La actitud de la Ertzaintza es otra tragedia. Sin embargo, frente a esos que ayer lograron su objetivo de entregarlos a quienes les robarán seis años de libertad, estos jóvenes se despidieron de su pueblo con una victoria política contundente. Con su demostración de coraje han desenmascarado a quienes les han condenado en Madrid y a quienes no les han defendido en Gasteiz.

La imagen de antifaces de colores y brazos entrelazados resistiendo pacíficamente frente a decenas de policías enmascarados ejerciendo bestialmente, además de contener gran poder simbólico, pone en valor las dinámicas de desobediencia civil. Se trata de una larga tradición de lucha a nivel mundial que en Euskal Herria siempre ha encontrado su propio camino: el de una sociedad que defiende los derechos políticos y civiles frente a dos estados, uno sin cultura democrática y otro jacobino y negacionista.

«Cuando un hombre entiende que obedecer leyes injustas va contra su dignidad como ser humano, ninguna tiranía puede dominarle», afirmaba Gandhi. En Euskal Herria cada vez más voces entienden que la justicia no pasa por asumir cualquier decisión adoptada bajo un marco de excepción y que responde a cualquier motivación menos a la de hacer justicia. Una larga lucha que va dando sus frutos y que ha de continuar hasta que la vulneración de derechos sea pasado y el ejercicio de la política libre y dignamente presente.