26 MAY. 2015 La victoria del PNV se sustenta en Gipuzkoa porque baja en Araba y Bizkaia Iñaki IRIONDO gasteiz El PNV fue el gran vencedor de las pasadas elecciones y como premio pasará a gobernar las tres diputaciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, y los ayuntamientos de Bilbo y Donostia, una acumulación de poder institucional que no se repetía desde los años Noventa. Pero la victoria jeltzale tiene también letra pequeña en su contrato. En primer lugar, crece en votos en Gipuzkoa, pero los pierde en Araba y Bizkaia. Los resultados de Gipuzkoa son de los mejores de los obtenidos en toda su trayectoria en este territorio, aunque están por debajo de las autonómicas de 2012. Los jeltzales han conseguido movilizar el voto que hace cuatro años se había quedado en casa y otros provenientes de un caladero conservador. En Bizkaia, paradójicamente, la ley D’Hont y el cambio en el reparto por circunscripciones hacen que con menos votos obtengan un juntero más. En Araba, pese a ganar al PP en escaños (que no en votos), el PNV también da muestras de desgaste, sobre todo en la capital, Gasteiz, donde EH Bildu le ha superado con claridad. Habrá que ver qué consecuencias tiene esta situación en el futuro de Gorka Urtaran, que ha cosechado los peores resultados desde la marcha de Cuerda, que se presentó por EA en 1987. Gobiernos en minoría El PNV va a tener que gobernar Gipuzkoa y Araba en minoría. Un acuerdo con el PSE puede serle suficiente en el primer territorio, pero no así en el segundo. El EBB analizó ayer la situación, aunque de momento solo habla de generalidades, como la de dialogar con todas las fuezas y respetar la pluralidad. Sin embargo, habrá que ver qué decisiones se adoptan más allá de los acuerdos iniciales de investidura. No hay que olvidar que en Gipuzkoa podría darse, si se quisiera, una mayoría de oposición teóricamente de izquierda, mientras que en Araba los apoyos más estables para el PNV solo pueden ser el PP o EH Bildu, incompatibles a todas luces entre sí. En todo caso, el PNV sigue siendo el partido que tiene la imagen de gran gestor, que ni los datos reales logran eclipsar.