JESÚS Mª ARAGÓN SAMANES
Arguedas
GUTUNAK

Echar leña al fuego

Las elecciones municipales y autonómicas del pasado 24 de mayo han dejado unos determinados resultados y, también, unas reacciones ante los mismos que indican la «deportividad», mayor o menor, con la que han sido aceptados. Solo en este contexto se podrían utilizar los términos «ganar» y «perder», y tiene sentido la expresión que tanto estamos oyendo estos días posteriores de constitución de ayuntamientos y parlamentos: tener «mal perder».

Porque de lo que se trata en unas elecciones es de presentar formas de solución de los problemas en la convivencia de los ciudadanos, de mejorar su bienestar. No de conseguir un puesto, un cargo. La función de la política es la de servicio a la sociedad, y no la apropiación temporal de un área de poder.

Por eso manifiestan «mal perder» los que, como el presidente del Gobierno del PP, achacan la pérdida de votos a los medios de comunicación que informan de los casos de corrupción en su partido, al igual que la concejala de Castellón que anunciaba violación de monjas, así como Esperanza Aguirre haciendo reaparecer a ETA y a los Soviets, o Yolanda Barcina convocando al ambiente prenazi, o el exalcalde de Pamplona/Iruña anunciando «la peor pesadilla para los pamploneses», o Javier Arenas, intentando atacar al PSOE diciendo que allí donde el PP había ganado iban a gobernar los nacionalistas, los independentistas y los ultraizquierdistas, gracias al apoyo del PSOE.

Señal de que no han ganado, digo yo. No niego que la lista del PP, o de UPN, haya podido ser la más votada, en su caso, de entre las que se presentaron a las elecciones, pero no ha logrado los representantes suficientes para conseguir la Alcaldía o la Presidencia del Gobierno autonómico, y tampoco ha conseguido unir más representantes de otros grupos políticos, mediante pactos.

Un conocido mío dice que ese estilo de hablar, además de maleducar a la gente, alimenta la frustración y los sentimientos de hostilidad y revancha, cuando un representante público ha de mostrar en sus manifestaciones y comportamientos públicos los valores democráticos de respeto y aceptación deportiva de las críticas y de los resultados que han propiciado los ciudadanos con su voto en las elecciones.