13 JUL. 2015 PERFIL Javier Krahe, el comedido éxito de una voz grave libre de ataduras Magdalena TSANIS Artista de pequeñas y medianas salas pero con un público fiel. «No conozco a nadie con más éxito que Javier Krahe», decía su amigo y excompañero de escenario Joaquín Sabina en el documental "Esta no es la vida privada de Javier Krahe" (2005). Y es que ese público que se sabía de memoria el cancionero irónico e irreverente del autor de “El cromosoma” o “La hoguera”, no dejó nunca de llenar las mismas salas en las que el músico tocó sin parar a lo largo de más de tres décadas. Amante de la poesía española del Siglo de Oro y del 27 y de la música de George Brassens, el éxito de Krahe se mide sobre todo en términos de independencia. Nadie se libraba de la acidez de su ingenio, ni siquiera, por supuesto, él mismo. En la década de los 80 dejó en evidencia al gobierno socialista cuando TVE censuró parte de su actuación en un concierto con Joaquín Sabina, según él mismo ha contado. El motivo, la canción “Cuervo ingenuo”, en la que Krahe expresaba su desencanto con algunas de las decisiones del gobierno de González: “Tú decir que si te votan, tú sacarnos de la OTAN, tú convencer mucha gente. Tú ganar elección, ahora tú mandar nación, ahora tú ser presidente. Y hoy decir que esa alianza ser de toda confianza”. Canciones más recientes como “Ay democracia”: “Me gustas democracia porque estás como ausente", decía, son prueba de que su compromiso político no languideció con los años. Sus letras también dejaron constancia de su ateísmo, que le puso contra las cuerdas de un modo insólito hace un par de años, cuando fue juzgado –y finalmente absuelto– por la emisión televisiva, en 2004, de un vídeo grabado por Krahe a finales de los 70, en el que explicaba humorísticamente “cómo cocinar un Cristo para dos personas”. Krahe se desquitó incluyendo en su último disco, “Las diez de últimas” (2014), otra canción, “Fuera de la grey”: “El Señor no es mi pastor, yo no soy un borrego. Me alejé de toda fe, ¿sabéis por qué? por ser un mujeriego”. En “No todo va a ser follar” escondía, detrás de la provocación, un canto a las pequeñas cosas, y en “La hoguera”, otro de sus himnos, se divertía enumerando los modos más crueles de morir. La Mandrágora El álbum con el que empezó a ser conocido fue “La mandrágora”, grabado en directo junto a Sabina y Alberto Pérez en un local de La Latina (Madrid) y publicado en 1981 y que contiene testimonios de su admiración por Brassens (“Marieta”) y de su capacidad, también, para cantarle al amor (“Nos ocupamos del mar”). Entre los admiradores de Javier Krahe se contaban muchos colegas de profesión, como Joan Manuel Serrat, Miguel Ríos, Pablo Carbonell, Albert Pla, Luis Eduardo Aute o Javier Ruibal, que en 2004 grabaron un disco, “Y todo es vanidad”, en homenaje a quien definieron como «pionero del gamberrismo» o «una conciencia tranquila que se ríe». Javier Krahe inició estudios de Ciencias Económicas en la Universidad Complutense de Madrid, pero los abandonó para irse a Canadá, tras conocer a la canadiense Annick. Allí empezó su carrera como letrista al tiempo que desempeñaba distintos trabajos. Regresó en 1972