Pasada la una de la madrugada de ayer, el Parlamento griego aprobaba con amplia mayoría, aunque con un gran coste para el partido del Gobierno, el primer paquete de reformas impuesto por la eurozona para iniciar las negociaciones sobre el tercer rescate.

A favor votaron 229 diputados, gracias al apoyo de la oposición proeuropea, frente a 64 que lo hicieron en contra. La votación estuvo marcada por las disidencias internas de Syriza, ya que 32 de los 149 diputados del partido votaron en contra, 6 se abstuvieron y uno optó por ausentarse.

Entre los que secundaron el voto negativo, se encontraba el propio Yanis Varufakis, quien hasta hace diez días era ministro de Finanzas; el ministro de Energía, Panayotis Lafazanis; y tres ministros adjuntos, el de Seguridad Social, Dimitris Stratulis, el de Defensa, Kostas Ísijos y la segunda de Finanzas, Nadia Valavani, que dimitió el miércoles de su cargo, así como el de la presidenta del Parlamento, Zoé Konstandopulu.

En su intervención previa a la votación, el primer ministro, Alexis Tsipras, afirmó que tenía tres opciones en la negociación con los socios: aceptar el acuerdo actual, una quiebra desordenada del país o su salida de la eurozona.

«Las opciones específicas que tenía frente a mí eran: uno, aceptar un acuerdo con el que estoy en desacuerdo; la segunda, la quiebra desordenada, y teníamos una tercera opción, el ‘grexit’ (salida de Grecia del euro) consensuado de Schäuble», dijo Tsipras en el Parlamento.

En cualquier caso, recalcó que será el «último» en eludir sus «responsabilidades» y también «el último que facilitará la caída de un Gobierno de izquierdas».

El ministro de Finanzas, Euclides Tsakalotos, admitió no saber si el acuerdo para el rescate va a aportar frutos positivos y reveló que su firma fue la decisión más difícil de su vida.

La votación de ayer supone un duro golpe para Alexis Tsipras, quien tras la negativa a respaldarle de casi 40 diputados, tiene que buscar fórmulas para garantizar la estabilidad política en Grecia, entre ellas la remodelación del Gobierno, sobre todo de los ministros que no le respaldaron.

Acuerdos del Eurogrupo

Entretanto, el Eurogrupo llegó ayer a un principio de acuerdo para el desembolso urgente de 7.000 millones de euros a Grecia para que haga frente a sus obligaciones financieras inminentes. El desembolso será a cargo del Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera (MEEF) y estará garantizado por los beneficios de los bonos helenos en manos del BCE, lo que permite eludir el veto de los países que no son miembros del euro y se negaban a participar en este tipo de ayuda.

Los ministros de Economía y Finanzas de la zona del euro, reunidos por teleconferencia, dieron también su «aval político» para empezar las negociaciones del tercer rescate, cuyo monto asciende a 86.000 millones de euros, aunque la decisión está pendiente aún de la aprobación de los gobernadores del fondo de rescate de la eurozona y de varios parlamentos.

Ayer, los parlamentos de Finlandia y Lituania autorizaron la apertura de negociaciones, y en Alemania la votación se hará hoy. Aunque se da por hecho de que el Gobierno de Angela Merkel recibirá el respaldo del plenario, hay expectación sobre el número de votos que puedan escaparse a las filas gubernamentales.

Entretanto, el presidente del BCE, Mario Draghi, anunció ayer un aumento de los préstamos de emergencia para los bancos griegos de 900 millones de euros, hasta 89.500 millones –el máximo de la provisión de liquidez de emergencia durante una semana–.

La decisión de aumentar los préstamos de emergencia muestra que el BCE confía en que Grecia va a cumplir sus compromisos –debe pagarle 3.500 millones el próximo lunes– y da algo de oxígeno al sistema bancario heleno, cuyas sucursales bancarias seguirán cerradas hasta el lunes.

Merkel no descarta una salida temporal del euro

La canciller alemana, Angela Merkel, defendió ayer en el Bundestag la opción de que Grecia abandone la eurozona por un tiempo limitado hasta sanear sus cuentas públicas.

En la misma línea se expresó su ministro de Economía, Wolfgang Schäuble, quien admitió que aplicar una quita convencional a la deuda de Grecia «quizá sería la mejor opción», aunque acto seguido añadió que esta circunstancia resulta «incompatible» con ser miembro de la zona euro, lo que pondría sobre la mesa la cuestión del «grexit».

Por su parte, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, aseguró tener «esperanza» ante la posibilidad de que la eurozona acepte una reestructuración de la deuda. «No importa qué forma tome, pero hay que encontrar una manera para soltar la losa y permitir al país demostrar que puede regresar a un camino sostenible», indicó Lagarde a la CNN.GARA