26 JUL. 2015 JO PUNTUA Si no era suficiente con la tuna, ahora, además, auroros Fede De los Ríos Este viernes pasado la Universidad Pública de Navarra, no confundir con la Universidad de Navarra –la del Opus–, informaba en la sección de noticias de su página web que «La UPNA ha formado en veinte años a 420 titulados en Magisterio como profesores de Religión». La institución pública dice «garantizar una formación religiosa y moral católica de calidad» a través de los 24 créditos «europeos» de asignaturas que conforman el título de «Especialista en Religión Católica y Cultura» acordado mediante convenio con el Arzobispado de Pamplona e impartido por profesorado contratado por la UPNA y de otras universidades eclesiásticas que proporciona el Arzobispado. Una vez realizados los créditos, la Declaración Eclesiástica de Competencia Académica (DECA), certificado que capacita como profesor de religión, es concedida por la Conferencia Episcopal Española. Intrigado este, su seguro servidor, sobre lo referente a una «moral católica de calidad», híceme con el Plan de Estudios. Impresionante: «Legitimación de la enseñanza religiosa en la escuela», «Evangelización e inculturación de la fe», «Raíces cristianas de la cultura española», «La tarea de insertar el Evangelio en el corazón de la cultura», «Principales dificultades para la evangelización en la escuela», «La condición humana: pecado y gracia», «Maternidad divina: María y el Espíritu Santo», «El misterio de la Santísima Trinidad» y un largo etc. Eso sí, todo con la Q de calidad total; con la e de excelencia. Incluso con el Rh de la rehostia, diría yo. Fe, creencia, misterio ocupando el lugar de las ciencias. Ahora, gracias a Bolonia, en forma de créditos europeos intercambiables. Potentes virgos junto a ángeles sin pito y padres que son hijos a la par que palomos no cojos. La Universidad como templo a la mayor gloria de Dios. El consejero, que dice ser licenciado en ciencias eclesiásticas, seguro que nos lo aclara. Fe, creencia, misterio ocupando el lugar de las ciencias. Ahora, gracias a Bolonia, en forma de créditos europeos intercambiables