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Iker Zubizarreta: el nieto de león que pudo ser cachorro


La primera semana de agosto de 1980, la directiva presidida por Beti Duñabetia decidió cejar en su empeño de convocar un referendo entre los socios del Athletic para aprobar la contratación del joven delantero centro vasco-venezolano Iker Zubizarreta. Una interpretación excesivamente cerrada de la política deportiva del club y, sobre todo, el anuncio de la federación española de su intención de inscribir al jugador en calidad de «extranjero» frustraron el fichaje de la que entonces era una de las grandes promesas del fútbol sudamericano.

35 años después, el propio Iker Zubizarreta explica a GARA cómo vivió todo aquel proceso y el origen de sus raíces familiares. Nieto de Felix Zubizarreta, jugador del Athletic entre 1913 y 1917, su padre Jon se vio obligado a salir de Bakio tras el golpe militar franquista. Tras pasar por el Estado francés, recaló en Venezuela donde conoció a la bilbaína Josebe Torrontegi. Según relata su hijo, «aita y ama siempre tuvieron la esperanza de volver a su amada Euskal Herria. Lamentablemente las circunstancias económicas o políticas, lo impidieron». En aquella época Venezuela era un país próspero que ofrecía mejores soluciones vitales. El matrimonio tuvo cuatro hijos –Jon Peli, Javier, Miren Bego e Iker– y «a todos con el origen y las querencias de una Euskal Herria que no conocíamos». Pese a todo, realizaron varios intentos de retorno e Iker llegó a pasar un año junto a su madre en tierras vascas.

Con la mente puesta en labrarse un futuro mediante los estudios, el exjugador comenzó su trayectoria en el Colegio San Ignacio de Loyola, perteneciente a los Jesuitas. El mismo centro al que acudía su compañero Bernardo Añor –padre del actual jugador del Málaga Juanpi Añor, ahijado de Zubizarreta–, citado por la selección venezolana en 1978. Una llamada que, de rebote, abrió las puertas de la vinotinto a Iker. «La selección decidió entrenar en nuestro colegio, ya que contaba con unas instalaciones muy buenas. Algunos jugadores del San Ignacio de Loyola fuimos invitados para completar un once que se midiera al seleccionado. Yo venía desarrollando buenas actuaciones a nivel colegial, pero en aquel partido tuve un rendimiento excepcional. De ahí surgió el interés del entonces entrenador Manuel Plasencia para convocarme en una lista previa para el preolímpico sudamericano de 1980 disputado en Colombia».

Tras lograr la plaza definitiva en el equipo, relata que «nuestra actuación fue muy buena y logramos el cuarto puesto. Únicamente nos superaron Argentina, Perú y Colombia, quedamos por delante de Brasil, Paraguay, Chile o Uruguay. Fue un hito, ya que en aquel momento el fútbol era muy poco relevante». A nivel personal, subraya que «tuve una actuación destacada, marqué cuatro goles en cinco partidos, entre ellos el de la victoria ante la local Colombia. Unas actuaciones que comenzaron a generar interés en mis prestaciones».

Las plazas directas fueron para argentinos y peruanos, pero ambos países decidieron secundar el boicot olímpico convocado por EEUU debido a la invasión soviética de Afganistán. Dichas renuncias provocaron la presencia de Venezuela en los Juegos de Moscú.

Goleador en los Juegos de Moscú

Con apenas 17 años, Zubizarreta era el delantero centro de la vinotinto. «Como buen vasco tenía gran complexión, medía 1,86, buen peso, jugaba de delantero centro y tenía dos grandes cualidades: Iba muy bien de cabeza, pivotaba y me giraba muy bien en el área. En aquella época jugar en punta con la selección venezolana era como ser el llanero solitario, había que pelear pelotazos y pillar algún centro». Pero la experiencia fue «imborrable» y aún recuerda una fotografía sacada junto a Nadia Comaneci en el comedor de la villa olímpica. En lo deportivo, a su selección le faltó suerte, pero su rendimiento individual fue notable. «Disputamos tres partidos. El primero fue contra la Unión Soviética. Estaban Bessonov o Dassaev y todos aquellos que decían no ser profesionales, pero que obviamente lo eran. Perdimos por 4 a 0 pero pudo ser algo mucho más sangrante».

Las opciones de Venezuela se esfumaron ante Cuba en la antigua Leningrado. El responsable de la eliminación, otro vasco como el difunto trencilla José Emilio Guruceta. «Teníamos a la afición soviética en contra por jugar contra Cuba, metí uno de los goles más llamativos del torneo y yo creo que en aquel momento habría algún ojeador del Athletic viendo el partido. Nos metieron el segundo gol en un fuera de juego clamoroso, pusimos una reclamación al final del partido y Guruceta fue sancionado».

Ojeador y delantero unidos por el exilio

El informador rojiblanco fue Ruperto Sagasti, nacido en la localidad navarra de Cabredo y que con apenas 12 años salió del puerto de Bilbo con destino a la Unión Soviética ante la inminente caída de la capital vizcaína. Durante la II Segunda Guerra Mundial tuvo que emigrar de Odesa a Bakú –la ciudad que recibe hoy a los leones– primero y a Tiflis después. Exjugador del Dinamo de Kiev y el Spartak de Moscú, Sagasti impartía cátedra como docente en el Instituto central de la cultura física de la capital soviética. Durante su desempeño fue tentado hasta en tres ocasiones por el Athletic para incorporarse a su equipo técnico. En 1975 como preparador físico, plaza que finalmente fue ocupada por Manolo Delgado y después ya con Beti Duñabeitia como presidente con el cometido de dirigir Lezama. De hecho, en la asamblea de compromisarios en la que propuso la consulta en torno al fichaje de Zubizarreta, el presidente anunció la inminente contratación de Sagasti. Hecho que finalmente no se produjo, ya que según narraba “El Periódico de Catalunya” en septiembre de 1980, pese a contar con el permiso de las autoridades soviéticas para comenzar su andadura rojiblanca, el Gobierno español no permitió al Athletic –que aún tenía su sede en la calle Bertendona– llevar a Moscú el dinero para el traspaso acordado con la federación de la URSS.

Unas semanas antes, a finales de julio, Zubizarreta había concluido su concurso en los Juegos de Moscú. Lo hizo ganando el último partido ante Zambia, choque en el que anotó el tanto de la victoria de la vinotinto. Una vez completada su participación, el equipo venezolano se quedó durante varios días más para disfrutar de la villa olímpica. «En lo personal, acababa de terminar secundaria y no tenía miras de ser profesional. En aquel momento Venezuela no te ofrecía una independencia económica siendo jugador, por lo que mi plan era estudiar, aprender inglés y compaginarlo con el fútbol». Sin embargo, una llamada pudo cambiar la vida del joven delantero, «no había llegado todavía a Venezuela desde Moscú, a finales de julio de 1980, y mi padre me llamó para comunicarme que había tenido una comunicación con un asistente de Beti Duñabeitia». La prensa bilbaína especuló con que el enlace fuese el directivo Niko Viar.

«Llegué a Venezuela, tenía 18 recién cumplidos, me encontré todo abarrotado de periodistas y claro, yo dije que quería ser jugador y si encima podía hacerlo donde mí aitite lo había hecho junto a Pichichi mejor que mejor. En esos momentos era un diamante que había que pulir».

«Es vasco, no hace falta referéndum»

Las conversaciones, rumores y propuestas se sucedieron. La prensa vasca, cuyos recortes guarda la familia Zubizarreta, informó del interés del conjunto rojiblanco para incorporarlo a su filial. En una asamblea ante 250 socios compromisarios, Duñabeitia anunció su intención de convocar una consulta entre los 23.000 socios con los que contaba entonces el Athletic para validar su fichaje. Algo que fue contestado en la propia reunión por compromisarios que no dudaban de que Zubizarreta fuese vasco pese a no haber nacido en Euskal Herria, aduciendo razones familiares, su vinculación con el país o los ejemplos de Oceja, Merodio o Rastrojo como argumentos para su contratación. Fue una asamblea movida, ya que la directiva había propuesto una subida del 15% en las cuotas, lo que suponía un aumento medio de 47 pesetas de la época.

La Euskal Etxea de Venezuela también mostró su malestar ya que en declaraciones recogidas entonces por “Deia”, «el referéndum no nos parece imprescindible. Iker es vasco, nació en Venezuela debido al exilio de sus padres». El propio Duñabeitia señaló que «estaba de acuerdo» con dichas reflexiones pero que «al tratarse de un tema delicado, la consulta debía de realizarse entre todos los socios».

Finalmente, según contó “El Periódico de Catalunya” en su edición del 7 de agosto de 1980, la masa social del Athletic no fue consultada, el anuncio de la federación española informando de que inscribiría al jugador en calidad de «extranjero» hizo que el club decidiese no continuar con la operación. Eran otros tiempos, y como destaca Zubizarreta, «hoy no hubiera habido ningún problema, hubiera sido fenomenal y me hubiera cambiado la vida». No le falta razón, ya que por edad, el delantero hubiera tenido posibilidades de formar parte del equipo que consiguió los títulos a principios de los ochenta.

Pese a que el fichaje no fructificó, el presidente del Athletic no se olvidó de la familia Zubizarreta. En una cuestión hasta ahora desconocida, Iker relata que «en casa conservamos una comunicación de Beti Duñabeitia con mi aita, al que envió una foto del Athletic en 1980 en la que aparecían Iribar, De Andrés, Goiko o Sarabia en el equipo y el mensaje decía: Para Jon Zubizarreta, hijo de león y padre de cachorro. Fue un detalle muy bonito».

La aventura estadounidense

Cerrada la posibilidad de enfundarse la zamarra rojiblanca, el delantero no dejaba de ser un adolescente que aspiraba a labrarse un futuro vital. Su primera etapa pasó por un intercambio estudiantil que le llevó a Salt Lake City. En la fría capital de Utah, se enroló en las filas de un equipo amateur. Sus actuaciones sirvieron para en apenas un mes tener «tres ofertas de universidades estadounidenses para becarme y darme la posibilidad de compaginar el fútbol con los estudios». Eligió la opción de Indiana University. Una decisión acertada, ya que en sus cuatro años de estancia logró graduarse en Administración de Empresas y obtener dos títulos de la NCAA como jugador. Un periplo en el que marcó casi 50 goles.

Al tiempo, fue llamado para todas las competiciones que disputaba la vinotinto. «En enero de 1981 me fui a los sudamericanos juveniles, lo que hoy se conoce como el sub 20, nos tocó jugar contra Brasil, Argentina y Paraguay. Ya era el capitán del equipo, marqué un gol de penalti contra la canarinha». Su papel fue determinante en los Centroamericanos de 1982, «fuimos campeones y además metí tres goles en cuatro partidos». Pese a que la carta de presentación era inmejorable, en su retorno a Venezuela apenas pudo vivir del fútbol, por lo que optó por jugar de amateur.

Vida laboral y mirada a la «vinotinto»

En 1986, Zubizarreta tuvo la oportunidad de viajar a Euskal Herria para realizar una pasantía laboral junto a sus primos en Mungia. Pese a reconocer que «era un viaje de carácter laboral, no deportivo», reconoce que «de no haberme roto el ligamento cruzado de la rodilla izquierda dos semanas antes de partir hubiera intentado probar en algún equipo vizcaino». Como compensación se tuvo que conformar con otra de sus grandes pasiones, «practicar surf, cogiendo olas en Bakio o Mundaka». Consciente de que «entonces era muy complicado encontrar trabajo en Euskal Herria» tuvo que hacer las maletas y regresar a Venezuela.

Fue el inicio de una nueva etapa, «comencé un negocio de aperitivos que resultó muy exitoso, ya que nos lo acabó comprando la empresa que allí se conoce como Matutano, el grupo PepsiCo. Estuve 16 años trabajando con ellos». Después emprendió su camino y «desde 2004 estoy asociado junto a un antiguo compañero de colegio en una empresa distribuidora de alimentos finos. Trato de sobrevivir a la adversa situación que vive el país».

Pegado a la actualidad futbolística de su país, en 2007 intentó junto a otros exfutbolistas acceder a la directiva de la federación venezolana para desbancar al presidente Rafael Esquivel, experiencia fallida debido al férreo control que tenía el mandatario, que acumulaba varios lustros en el poder, y que el pasado mes de mayo fue detenida por el FBI en el marco de la operación contra las presuntas prácticas de corrupción instaladas en la FIFA.

En opinión de Zubizarreta, pese a los innegables progresos que va haciendo la selección venezolana en los últimos años, el verdadero salto de calidad llegará de la mano de un técnico internacional de prestigio y, sobre todo, de una mejor estructuración del campeonato nacional y el fútbol base.