22 AGO. 2015 DANZA A la imagen de su propia voz inimitable Mikel CHAMIZO Los últimos segundos de “Voces”, el más reciente espectáculo de Sara Baras, fueron muy significativos. Habían pasado ya más de dos horas de cante y baile, en un crescendo de intensidad inagotable que hacia la última media hora hizo ya rozar el histrionismo a algunos de los músicos y bailaores. Llegados al número final, una espectacular bulería con el cuerpo de baile al completo, un golpe de efecto vino a coronarlo todo: se apagaron súbitamente las luces y seis focos, potentísimos, apuntaron directamente a Baras, sola en la corbata del escenario, de rodillas, con los brazos abiertos en un gesto de agradecimiento al público. La imagen resumió a la perfección lo que es este “Voces”, en el que la bailaora gaditana rinde homenaje a las personalidades de grandes artistas del mundo del flamenco como Camarón, Enrique Morente, Paco de Lucía, Moraíto o Antonio Gades. Pero lo que se anuncia como homenaje no parece serlo tanto: aquí Camarón o Morente son básicamente una presencia testimonial, sus figuras se estampan sobre unos paneles y se les recuerda a través de fragmentos de entrevistas en las que hablan de la técnica, la emoción y la renovación del flamenco. Los genios están ahí, pero los focos apuntan exclusivamente a Sara Baras: hasta el último detalle del espectáculo gira en torno a su manera de entender el flamenco, de bailar y hacer música con su cuerpo, de su extraordinario talento para el zapateado. Un trabajo de pies que no es solo componente visual de su expresividad corporal, sino instrumento principal y base sobre la que se construye la música del espectáculo. Hasta los guitarristas y el saxofonista adoptaron formas percutivas de emitir el sonido para fundirse con los zapatos de Baras, en numerosos pasajes impactantes que eran todo un éxtasis del ruido. A diferencia de otros espectáculos de la gaditana, con escenografía y coreografía más elaboradas, “Voces” es algo así como un tablao flamenco de lujo. En formato concierto se van sucediendo las seguirillas, tarantas, farrucas, tientos y soleás, siempre introduciendo componentes escénicos sencillos pero efectivos que enriquecen su desarrollo. Y aunque a veces se haga acompañar de su pareja José Serrano, Baras es extraordinariamente generosa, exponiéndose sin cesar en solitario, improvisando, arriesgando y dando lo mejor de sí misma para un público que nunca parecía saciarse de su arte inimitable.