27 AGO. 2015 GAURKOA ¿Cuál es el camino de la convivencia? Tasio Erkizia Militante de la izquierda abertzale La convivencia en Euskal Herria, al igual que en cualquier otro país del planeta en el que ha habido un conflicto violento, se construye sobre la base de la verdad, justicia y reparación, y por lo tanto, la búsqueda de la verdad es la condición primordial para avanzar hacia la misma con determinación. En este sentido, resulta difícil hablar de voluntad para construir la convivencia cuando se sigue intentando realizar una lectura, no solamente sesgada o partidista, que en parte lo hacemos todos y todas, sino con declaraciones que falsifican la verdad y manipulan la realidad. Ni la manipulación de la historia, ni la mentira, ni la división pueril de la sociedad en «buenos» y «malos» significa voluntad de avance. Y señora Mendia, usted lleva un tiempo repitiendo de manera continuada algunas ideas fundamentales para la convivencia, con una lectura que no es de recibo y más bien son torpedos contra una convivencia basada en el respeto. Tomo como punto de referencia la nota de prensa enviada en su nombre el 20 de agosto y reflejada en los medios de comunicación del día siguiente y que marca la actitud a mantener en la reunión de alcaldes convocada por Urkullu para el 4 de setiembre. Mis reflexiones se apoyan por otra, en las repetidas declaraciones que viene realizando en los últimos meses. Son ideas repetidas en distintos momentos y que usted recalca con especial énfasis, a partir del pacto con el PNV. En el encabezado de dicha nota usted habla de que los alcaldes del PSE «exigirán a Urkullu que no avale la tesis del conflicto político». Usted sabe, sin embargo, que dicha aseveración es un intento claro de manipular la historia. Sabe que en esta tierra existe un conflicto político muy anterior a ETA, que es la razón fundamental del nacimiento de la organización ETA y que perdura después de que ETA ha dejado las armas. Negar la existencia de un conflicto político manifiesto desde hace muchas décadas entre el Estado y las tierras vascas es vendar los ojos a una lectura seria de la historia e incluso renegar del pasado reciente de su propio partido. Y no creo que se atreviera a realizar un análisis de los últimos 200 años de la historia de nuestro país, Euskal Herria, sin reconocer que muchos acontecimientos políticos tienen difícil explicación sin reconocer un conflicto vivo, expresado de distinta forma y manera, entre nuestras tierras y el Estado Español. Sabe perfectamente que solamente el reconocimiento de la conciencia de ser una tierra distinta y diferenciada explica muchos de los hechos políticos más importantes de los últimos siglos. Dejando de lado las varias guerras que le costó a Castilla la conquista por las armas de Nafarroa, solamente la existencia de un hecho diferencial vasco explica las características propias de las guerras carlistas del siglo XIX; el reconocimiento del Concierto Económico en 1876, tras la pérdida de los Fueros; la Gamazada de Nafarroa; el nacimiento y consolidación del nacionalismo vasco; la rapidez y la forma de elaboración del Estatuto de Autonomía de Estella del año 1931; las características tan crueles del levantamiento fascista en Nafarroa; la declaración de «provincias traidoras» a Gipuzkoa y Bizkaia por parte de los fascistas; los repetidos estados de excepción en tiempos franquistas de las provincias vascas; etc. Y el tratamiento especialmente represivo adoptado por el Estado español convierte el hecho diferencial vasco progresivamente en un conflicto político cada vez más enconado. Una de las expresiones más evidentes de cómo el hecho diferencial se convierte en conflicto es el tema del euskara, que según los últimos informes de la Unesco sigue teniendo riesgo real de desaparición para siempre, no como consecuencia de ser una lengua inferior, sino de una estrategia de distintas instancias del Estado diseñada para su progresiva marginación. Este desprecio de una lengua milenaria como el euskara, le ha convertido en conflicto en el sentir popular de Euskal Herria. Y no hablo solamente de los negros años de la dictadura franquista sino de épocas muy anteriores, como nos indica especialmente el caso de Nafarroa. Ese conflicto abierto en torno al euskara, del que ustedes precisamente no han sido ajenos a su política de exterminio, no es más que una expresión de la estrategia de asimilación cultural, que cuando no lo han conseguido, se ha convertido en imposición. Pero es más, cuando ustedes niegan la existencia de un conflicto político, están desdibujando las tesis defendidas por su partido durante muchos años del franquismo y de la Transición, en las que defendió el derecho a la autodeterminación como un derecho democrático. Como muestra, dos botones: la pancarta que llevaron Txiki Benegas y compañía en el Aberri Eguna del año 1978 reivindicando dicho derecho y el acuerdo unánime que adoptaron en el primer Congreso del PS y que textualmente decia: «No habrá paz en el País Vasco mientras no se les reconozca el derecho de autodeterminación y se elabore un Estatuto de Autonomía que incluya a los territorios de Álava, Gipuzkoa, Bizkaia y Navarra». En esa misma nota usted afirma textualmente: «vamos a denunciar que se pretenda equiparar la acción criminal sistemática de ETA, cuyos atentados provocaron cientos de asesinatos, destinada a imponer un proyecto político, a otros hechos, que también han supuesto vulneración de derechos pero que tienen su origen en otras circunstancias…». Sin entrar en profundidades le tengo que decir que no se pueden decir falsedades y mentir a sabiendas. Es sencillamente mentira decir que ETA intentaba imponer un proyecto político. No hay documento alguno que argumente en tal sentido, porque el objetivo de ETA mil veces reivindicado públicamente, es que se le reconociera a Euskal Herria el derecho democrático a decidir su futuro, respetando su integrad territorial. Derechos ambos negados a nuestro pueblo por imposiciones nada democráticas. ¿Eso es imponer un proyecto político? Por último, Sra. Mendia, hace mucho daño a la convivencia con su actitud de intentar constantemente criminalizar a la izquierda abertzale inventándose «lineas rojas» donde sencillamente hay intereses electorales u otro tipo de justificaciones inconfesables. Sabe perfectamente que ustedes tienen, al igual que el PNV, muchas razones para la autocrítica pública y conocen de primera mano la disposición de la izquierda abertzale para avanzar en el camino de la convivencia con una lectura sincera y crítica del pasado, pero con el debido respeto por parte de todos y todas. ¿O quieren ustedes que comencemos a echarles en cara responsabilidades por el GAL; por los miles de casos horrendos de tortura silenciados cuando no abiertamente apoyados por vuestros partidos o la sistemática vulneración de derechos humanos que en la actualidad se dan en las cárceles del Estado español con el beneplácito de ustedes? No quisiera seguir por este derrotero. Pero debe quedar claro, la convivencia se construye entre todos y todas o sencillamente hay ánimo de utilizar el sufrimiento de las víctimas en beneficios partidistas. El lenguaje y el mensaje de usted, me suena a un esquema de vencedores y vencidos, me recuerda a tiempos pasados, es un mensaje rancio. No creo que ese sea el camino para poner las bases de una convivencia basada en el respeto de los derechos individuales y colectivos. Por ahí no avanzamos y yo quisiera avanzar, pero con respeto y sin trampas. Cuando ustedes niegan la existencia de un conflicto político, estan desdibujando las tesis defendidas por su partido durante muchos años del franquismo y de la Transición, en las que defendió el derecho a la autodeterminación como un derecho democrático