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EDITORIALA

Un perseguido político hostigado en Europa


Ayer, al tiempo que en Bruselas se debatían los cupos de reparto de acogida de refugiados, a la vez que Berlín, Londres, París o Madrid protagonizaban una peculiar carrera por liderar este proceso o al menos no quedarse atrás, en un pequeño pueblo ubicado entre los estados español y francés un perseguido político era detenido por la Policía, y ahora está amenazado de entrega y cárcel. Tiene esta vez nombre y apellidos autóctonos, pertenece a uno de los pueblos más antiguos de Europa. Alberto Plazaola es vasco.

Obviamente el tiempo actual en Euskal Herria absolutamente nada tiene que ver con la brutal guerra que sacude a Siria o Irak. Plazaola no ha debido jugarse la vida cruzando un mar ni andar cientos de kilómetros por una vía de tren. Pero el fondo del asunto no es tan diferente: huye de la represión, escapa de la cárcel, tuvo que refugiarse tras haber pasado 24 años entre rejas y purgado con ello los delitos imputados, con más dureza que en ningún otro punto de Europa o ningún otro caso en ese mismo país. Esa persecución se desarrolla pisoteando la doctrina de doble cómputo de condenas establecida en el marco comunitario, y se ejecuta corrigiendo incluso a la Audiencia Nacional que lo excarceló. Difícilmente caben más circunstancias agravantes, ni más motivos para que Plazaola fuera tratado por París como lo que es: un perseguido político. Presentarlo como miembro de ETA detenido en brillante operación policial insulta al sentido común, aunque cuele.

Igual que quienes arriban a Europa en masa huyendo de tremendas guerras lejanas, no cabe duda de que Plazaola cuenta con cierta solidaridad popular y hasta habrá tenido apoyo material (basta recordar Ortzaize), inevitablemente clandestino. El caso debería interpelar conciencias, empezando por la de las instituciones vascas a las que competería defender a este ciudadano suyo. Y tendría que servir para duplicar los esfuerzos de sensibilización, pedagogía y acción política, a fin de lograr que Alberto Plazaola sea entendido como la víctima que es hoy y tratado como tal.