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Fútbol internacional

Fútbol a todo gas

El Dundalk reedita título en la modestísima liga irlandesa ajeno al esperanzador debut de Jurgen Klopp en la poderosa Premier inglesa.


Reconoce que a veces le da miedo cuando se ve por televisión, a pesar de esa miopía suya que le sirve de excusa para no afeitarse su característica barba. Sí, es él, The Normal One, como se autodefinió en su presentación como nuevo técnico del Liverpool. Ha llegado a la ciudad de ‘The Beatles’ con plenos poderes deportivos y este sábado (Canal +Fútbol/beIN Sports, 13.45) todas las miradas del fútbol europeo estarán puestas en él, en su complicado debut Red en White Hart Lane ante el Tottenham. Jurgen Klopp dijo una vez en torno a unos rumores que le situaban como sucesor de Arsene Wenger que al alsaciano «le gusta jugar al futbol como una orquesta silenciosa, a mí me gusta más el heavy metal». Así es Kloppo, el entrenador al que su año sabático tras dejar el Dortmund le ha durado menos que el minuto de silencio antes de un partido. «Me encantan las historias, Anfield es uno de los mejores lugares del fútbol y ahora estoy aquí. Soy un tipo muy afortunado», agradeció.

El maguncio nacido en Stuttgart llega a orillas de Merseyside para levantar la autoestima de un Liverpool a la deriva, en un banquillo caliente en la Premier como pocos. Al menos, de su lado está que Klopp habla un inglés impecable, lo que facilitará su labor desde el primer día para contagiar a los jugadores sus ideas, después de que con su sola presencia se haya ganado ya a aficionados y prensa.

Tras los Spurs, los Reds se medirán este octubre a Chelsea y City, nada menos. En sus primeros siete partidos cuando en 2001 pasó de mediocre futbolista a entrenador del modesto Mainz 05, ganó seis, y en su primera temporada con el Dortmund acabó sexto. «La intensidad del fútbol y como lo vive la gente en Liverpool no es usual. Ya he entrenado a dos equipos muy especiales como el Mainz y el Borussia Dortmund por lo que este siguiente paso es perfecto. Cuando dejé el Borussia dije que lo importante no es lo que piensan de ti cuando llegas sino lo que piensan cuando te vas. Si sigo aquí dentro de cuatro años ya habremos ganado un título», fue su tarjeta de presentación, antes de irse de cervezas con su familia y amigos por el barrio Hardman y al día siguiente a ojear a los sub´18. «¿Alguien en esta sala cree que puedo hacer milagros? Déjenme trabajar, yo soy el normal», dejó claro. The Normal One.

Con igual pasión que la armada Red, aunque mucha más modestia en las gradas, este fin de semana el Dundalk se proclamó campeón de la desconocida liga irlandesa, a falta de dos jornadas. En su estadio apenas se citan 3.000 seguidores cada jornada, en una sociedad donde el deporte rey es el fútbol gaélico. En en Oriel Park, su humilde estadio, los adultos pagan de abono anual, según el lugar, entre 250, 200 y 160 euros, el más barato a ras de césped; para los menores de hasta 12 años la entrada de pie es gratuita y si es de asiento pagan 50 euros.

Los lilywhite, apodo que reciben los del Dundalk, han conseguido reeditar el título logrado el curso pasado, después de que su último entorchado datara de 1965. En 1920 el Celtic de Belfast ganó la liga de fútbol irlandesa, superando al Distillery y al Glentoran, equipos también de Irlanda del Norte. El cuarto clasificado fue el Shelbourne dublinés. Fue la última liga de fútbol con equipos de las dos Irlandas unidas. En 1921, con la partición de la isla, nacieron dos competiciones. Los clubes de Belfast y Dublín se dejaron de enfrentar entre ellos en duelos oficiales, en la nueva República irlandesa nació la League of Ireland y se consideró que estos equipos abandonaban la liga irlandesa, la Irish Football League.

Dundalk, una pequeña urbe conocida por muchos Erasmus que acuden a aprender inglés, linda con la frontera de Irlanda del Norte, más cerca de Belfast que de Dublín. Una distancia cercana en lo físico, distante en lo político. En la Copa de Europa de 1979-80, nuestro Dundalk quedó emparejado en una previa con su vecino el Linfield norirlandés, identificado con el protestantismo probritánico.

En las fechas previas a aquel choque tuvieron lugar dos significativas acciones del IRA, la recordada emboscada de Warrenpoint –18 militares ingleses muertos– y la muerte de Lord Mountbatten, primer gobernador general de la India. Al partido se desplazaron nada menos que 60 autobuses de seguidores del Linfield y estaba claro que lo de menos iba a ser el fútbol, con empate a uno final. Cerca de un centenar de detenidos fuera del estadio, numerosos disturbios, el choque de vuelta se jugó en campo neutral, nada menos que en suelo holandés, en Haarlem, y allí el Dundalk ganó 0-2.

La estrella del equipo es un joven de 24 años, el goleador Richie Towell, ex del Celtic, camiseta que le persiguió cuando militó luego en el Hibernian y era abucheado por los seguidores del Hearts en cada derbi de Edimburgo, dado su pasado con los de Glasgow. Llegó a denunciar que como irlandés católico que es, la hostilidad hacia él era mayor en esos clásicos de Tynecastle que cuando visitaba el mismísimo Ibrox Park del Rangers con el Celtic.

Líos sexuales

Aunque para odio el que le profesan en Marsella a Mathieu Valbuena, el bajito jugador al que el OM retiró su dorsal como gesto de agradecimiento y después de que este año fichara por el rival Olympique de Lyon, la grada del Velodrome le recibiera hace unas jornadas con el mensaje: «Los verdaderos marselleses sólo juegan en el Olympique de Marsella. Tú no eres más que un traidor», y el ahorcamiento de un monigote con su nombre. Valbuena es noticia esta semana como víctima de un chantaje con un vídeo sexual, con un viejo trotamundos del fútbol como Djibril Cissé implicado.

Escándalos que no son nuevos. En 2007 el mismísimo Cristiano Ronaldo se vio envuelto en un asunto sexual junto a compañeros como Nani o Tévez, denunciados por dos meretrices. Benzema y Ribery no son ajenos a estos líos, después de ser acusados de contratar los servicios de una prostituta menor de edad, aunque finalmente fueron absueltos. Qué decir de Wayney Rooney, que se dijo pagaba 1.000 euros la noche por acostarse con otra mientras su mujer estaba embarazada. O David Beckman y su affaire con Rebecca Loos, las infidelidades de Ryan Giggs incluso con su cuñada y el último caso del argentino del United Marcos Rojo, extorsionado por su entrenadora de fitness con la que mantenía relaciones supuestamente pagadas. Adolfo Pedernera, uno de los grandes peloteros argentinos, decía que «no es cierto que anduviéramos por ahí corriendo mujeres. Nosotros no las corríamos: ellas se dejaban agarrar». ¿Será lo que Jurgen Klopp llama «fútbol a todo gas»?