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La leche que les dieron


El sector lácteo es el exponente del sistema de producción capitalista aplicado a la agricultura y ganadería. Producción en aumento; precios bajos en origen y estables para el consumo; y condiciones draconianas para las personas productoras, que se encuentran atadas de pies y manos ante el oligopolio. Podríamos pensar que esta situación nos ha caído del cielo, que de un día a otro el sacrosanto mercado ha decidido que los productores de leche han dejado de cumplir su labor y que están de sobra en esta parte de Europa. Sin embargo, no podemos obviar que son las grandes empresas las que dirigen el mercado, con la ayuda de las administraciones.

La UE está empeñada en conseguir una Europa sin campesinado, mera consumidora de los alimentos producidos en cualquier otra parte del planeta. A estas alturas ya conocemos que cuando diseñan las políticas agrarias no tienen como objetivo satisfacer las necesidades alimentarias de la ciudadanía a través del trabajo campesino, sino estimular el comercio, el transporte y la plusvalía. Es sintomático comprobar cómo cada reforma de la PAC, ha incidido en la concentración de las explotaciones lecheras, restando autonomía a las personas dedicadas al sector y posibilitando cada vez menores precios en origen para la leche. Nuestras administraciones no se han quedado cortas, el mismo rostro de mármol que pretende cierta empatía con el campesinado, ha sido el que ha diseñado las políticas locales que están dando la puntilla al sector. Políticas consistentes en forzar la migración hacia una sola central de recogida; la de las puertas giratorias, la que hemos levantado con dinero público para luego venderla a la empresa privada.

Y políticas tendentes a conseguir mano de obra barata para esa misma industria. La formación continua nunca ha tenido como objetivo aumentar la autonomía del campesinado ayudándole a obtener mayor valor añadido por su producto, ha estado dirigida a aumentar la producción por animal, incidiendo en el gasto de recursos externos y llevando a los caseríos a unos volúmenes de producción que no tienen vuelta atrás.

Los mismos gestores de estas políticas que han provocado años de resultados negativos en las cuentas de explotación de los caseríos, son los que nos intentan vender que no estamos tan mal porque se hicieron los deberes a tiempo. Nos quieren hacer creer, que este es el único camino, que no hay alternativa y que lo único que nos queda es producir por debajo de costo o cerrar.

En uno de los tantos medios voceros del sistema, intentaban convencernos, no hace mucho, de las bondades intrínsecas del comercio capitalista. El comercio es justo por definición, nos venían a decir, mientras por un lado volvían a usar la falacia de confundir deliberadamente Soberanía Alimentaria con una especie de autarquía alimentaria y por otro se explayaban sobre los beneficios del libre mercado.

Todos recordamos a políticos de PNV y PP haciendo gracias sobre lo que iba ser nuestro menú basándonos en la Soberanía Alimentaria, o sobre el montón de berzas que tendríamos que comer si no se construía la central nuclear de Lemoiz. Pero no estamos para bromas, son miles los modos de vida los que están en juego, los de las personas que dependen directamente del precio de la leche en origen para dar de comer a sus familias, personas atrapadas en un modelo al que han sido empujadas por la administración y del cual no ven salida posible. Pese a todo el sector lácteo tiene futuro, y las soluciones están a nuestro alcance. Está en nuestra mano elegir dónde y a quién compramos la leche.

También debemos seguir presionando a las administraciones para que fomenten procesos de diversificación en los caseríos, menos animales, menos dependencia y mayor margen por litro producido; marco de producción acordado, según el cual no se pueda comprar ni vender la leche por debajo del costo de producción; y la valorización del producto en el propio caserío.

No queremos producir ni consumir materia prima barata para la industria, queremos alimentos saludables, nutritivos y asequibles para toda la ciudadanía. Queremos y necesitamos Soberanía Alimentaria.