Alemania pierde al excanciller socialdemócrata que comprendía el «terrorismo» de Estado
Con Helmut Schmidt muere otro destacado político alemán de aquella generación que de joven intervino activamente en la Segunda Guerra Mundial. Después de que en agosto falleciera Egon Brandt, el inventor de la Ostpolitik de Willy Brandt, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) pierde a otro de aquellos grandes que se caracterizaron por su capacidad de pensar por sí mismos. Hasta esta primavera, Schmidt intervenía en la vida política alemana. Pese a su edad, se le escuchaba, porque tenía algo que decir. «Da igual quién gobierna en Alemania», dijo el año pasado, criticando el cada vez mayor parecido entre la política del SPD y la de la canciller democratacristiana, Angela Merkel (CDU). Además de sus intervenciones públicas, era coeditor del semanario liberal “Die Zeit”.
Pero la vida de Schmidt, nacido en 1918 de padres profesores, tiene algunas sombras. Las mayores, las relacionadas con su cercanía al partido nazi y con la muerte en prisión de tres dirigentes de las Baader-Meinhof.
El año pasado, una historiadora descubrió tres informes militares en los que sus superiores le presentaban como un buen nacionalsocialista. Amigos e historiadores restaron credibilidad a dichos documentos. Schmidt entró en la guerra ya con el rango de sargento de la reserva y la terminó siendo teniente de la Fuerza Aérea. Después de la derrota alemana se afilió al SPD y se diplomó como economista.
En 1962, se hizo famoso porque gestionó con éxito las catastróficas inundaciones que la marea viva había causado en su ciudad natal. Siete años más tarde, dio el salto definitivo a la política nacional cuando su correligionario Willy Brandt formó un bipartito con los liberales del FDP. Schmidt ocupó primero la cartera de Defensa y luego la de Economía. En 1974, sucedió a Brandt en el cargo de canciller cuando este tuvo que dimitir por un escándalo de espionaje.
En el ámbito europeo, junto con su amigo francés Valéry Giscard d'Estaing, Schmidt sentó las bases que sostendrían más tarde la Unión Europea y el euro. Al mismo tiempo seguía siendo un fiel aliado de EEUU. Aunque mantenía la Ostpolitik de Brandt, en 1977 optaba por el rearme nuclear de la OTAN para hacer frente al despliegue de los misiles de medio alcance de la Unión Soviética en el continente. Su posición le desvinculó del SPD, debilitado por la creación del partido Los Verdes, surgido del movimiento ecologista y pacifista. En 1982, se rompió su coalición con el FDP, que en una moción de censura se alió con la CDU de Helmut Kohl, quien le sucedería en el cargo.
Ambos –y otros cargos políticos– guardaban el secreto sobre la muerte de tres dirigentes del grupo armado izquierdista Baader-Meinhof en la cárcel de alta seguridad de Stammheim en 1977. Según la versión oficial, se suicidaron al saber que un comando alemán había liberado el avión secuestrado por palestinos que exigían su liberación.
En 2007, deliberando en el “Die Zeit” sobre si las actividades de la RAF y otras organizaciones despreciaban por igual la dignidad humana, dijo que «son superadas por determinadas formas del terrorismo de Estado». Preguntado si lo decía en serio y a qué se refería, respondió: «Dejémoslo. Pero pienso realmente lo que estoy diciendo».
Mientras Schmidt defendía públicamente los derechos humanos, su diplomacia no ponía en jaque ni la dictadura franquista ni el régimen militar argentina.