Gobernar con 90 escaños
El cálculo mental del PSOE al pensar que puede gobernar en solitario con 90 escaños se parece a la ironía de Homer Simpson cuando celebra proceder «del país feliz, de la casa de gominola en la calle de la piruleta». Es decir, que las cábalas solo responden a un feliz mundo imaginario en que las circunstancias sonríen a Ferraz, que es lo que no ocurre en la realidad. Solo así puede entenderse que las aspiraciones de Pedro Sánchez sean llegar a jefe del Gobierno español con sus santísimos 90 diputados y apoyarse puntualmente «a izquierda y derecha», que es Podemos y Ciudadanos pero también PP. En serio, ¿no se les ocurre otra cosa mejor? ¿No hay nadie al volante? ¿O es que, como sospechamos algunos, todo esto forma parte de una larguísima escenificación cuyo objetivo no es constituir un gabinete sino salvar los cuartos ante algún cambalache?
Obviamente, el partido al que prefiere Ferraz es Ciudadanos, que concuerda más con la idea de «reformismo» del PSOE y que tiene la misma alergia a las urnas en Catalunya o Euskal Herria. Y para eso necesita o bien el apoyo de Podemos o bien del PP. No hay más. En el otro lado, un acuerdo con Pablo Iglesias implica la abstención de Albert Rivera o la de los independentistas catalanes. Las matemáticas resultan así de crueles e implacables.
En el primer caso solo hay dos opciones: o bien que se cuente con el aval del PP bajo el argumento de la «razón de Estado» y por mandato de los señores que no se presentan a las elecciones o que la estrategia sea culpar a Iglesias de que no se pudo hacer un Gobierno «alternativo al PP» apoyándose, precisamente, en su marca blanca. En el segundo, decir que ellos no habían pedido explícitamente el apoyo de los independentistas y aguantar el chaparrón cuando desde Catalunya se siga con su hoja de ruta y en Madrid se toque la corneta.
No hay alternativa buena para un partido en curva decadente pero que mantiene a cinco millones de votantes y una base que, aunque menguante, todavía no ha comenzado la huida en masa. Pensar que puede gobernarse un Estado con 90 escaños y dependiendo de tus rivales es un ejercicio de política ficción que, tal y como está el panorama, hasta igual cuela.

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