Desolación
Sobre el impacto estético de los paisajes de mon taña se ha escrito bastante. Menos, sobre la prevalencia emocional de la dimensión vertical sobre la horizontal en el paisaje, aunque sobre esto hay mucho para discutir. La montaña invernal añade, con su mundo de hielo y nieve, caracteres especiales de belleza, matizada en condiciones adversas, tormentas, etc. por connotaciones que nos refieren a lo tenebroso e incluso terrorífico. No hay que acudir a la ascensión invernal al Nanga Parbat para ilustrar esto y sí, más bien, a la película “The Revenant” de Gonzalez Iñarritu, descrita por muchos como lúgubre y oscura en todos los sentidos, sobre la cual todos los medios relatan las condiciones extremas e invernales en que se realizó y sus pretensiones de reflejar condiciones reales. Filmada en los alrededores de Cannmore, meca de escalada invernal para alpinistas y las muy últimas escenas (con posproducción para añadir nieve digitalmente) en el patagónico río Olivia, junto a la ciudad de Ushuaia, nunca se está lejos de hoteles, digamos… más que apropiados. Como imagen de la desolación me quedo con el personaje de Hugh Glass andando por el helado lago Spray. El desplazarse a la Patagonia para encontrar paisajes nevados para los planos finales no se debe al cacareado cambio climático, si no a que en verano la zona de Bow Valley, con sus 30ºC, es mas bien lugar de veraneo turístico, y paraíso de mosquitos (añado yo).