EDITORIALA
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La islamofobia, hoy y aquí, en Euskal Herria

El pasado martes desconocidos arrojaron dos cabezas de cerdo a unos bajos del barrio Zabalgana de Gasteiz donde está prevista la instalación de una mezquita. Más allá de la evidente y generalizada denuncia del acto concreto, a la que ayer se sumó un clarificador comunicado de la comunidad musulmana, conviene reparar en el caldo de cultivo que prepara el terreno para estos ataques islamófobos.

Los pasquines que han circulado por el barrio cargando contra la mezquita no son sino el antecedente directo de unos ataques que vienen precedidos por las políticas irresponsables y criminalizadoras del anterior alcalde, Javier Maroto. Una criminalización de la migración que da alas a la extrema derecha y que entronca de forma directa con la deriva xenófoba que la UE está exhibiendo en la gestión de la llegada de migrantes y solicitantes de asilo.

Pero volviendo a casa, ¿se puede explicar el ataque como un hecho aislado cuando en la ciudad hay precedentes de esas protestas y críticas a la instalación mezquitas? El «yo no soy racista, pero...» sigue siendo una frase tristemente cotidiana, frente a la cual urge un diálogo intercultural efectivo que vaya más allá de la tolerancia mutua y permita un conocimiento real de una comunidad que forma parte de nuestro país. La iniciativa Gora Gasteiz, que ayer presentó documental, es una feliz realidad en este sentido.

Porque es absurdo pensar que la convivencia puede basarse en la ignorancia mutua. Ese es precisamente el modelo multicultural (muchas culturas, pero cada una por su lado, en compartimentos estancos) que ha hecho aguas en las grandes metrópolis europeas, dando paso al auge xenófobo e islamófobo que recorre el continente estos días, donde la extrema derecha avanza a velocidad de crucero ante un centroderecha timorato y una socialdemocracia desaparecida. Y Euskal Herria, con todos los matices y pese a contar muchos más cortafuegos que otros países, no es ajena a estas corrientes.