Arnaitz GORRITI
liga acb endesa

El alma de Drazen Petrovic da una vida extra a Valencia

Vives anotó al final de la prórroga el tiro ganador taronja, que perdía a Shurna.

VALENCIA BASKET 87

REAL MADRID 86


Después de dos partidos por debajo de su nivel, Valencia Basket al fin se hizo reconocible ante el Real Madrid. Pero el desenlace, con dos lesionados más, Diot y Shurna como última mala noticia, remontando un parcial de 2-9 en la prórroga, con una canasta inverosímil de Guillem Vives al filo del final del partido, fue de verdadera épica, merecida por otro lado por un cuadro taronja que gana una vida extra.

Tal día como ayer, en 1993, Drazen Petrovic moría en accidente de tráfico, y Valencia Basket, en especial Vladimir Lucic, heredaba el espíritu indomable del «genio de Sibenik». Quizá con excesivas dosis de sobreexcitación, la escuadra taronja se conjuró para agarrar el toro por los cuernos y mantenerse vivo en la eliminatoria. Pese a que hombres como Hamilton y Dubljevic seguían sin salir de su atolondramiento, los Lucic, Sato o San Emeterio se mostraron bastante más espabilados que en los dos primeros partidos.

El Real Madrid, por contra, tiraba de experiencia y calma. Y acierto en el triple, empezando por un Rudy Fernández que anoche ofrecía sus mejores minutos de esta serie. Thompkins, Llull –cómo no, siempre atinado ante los valencianos desde la larga distancia– atinaban lo suficiente para que los de Pablo Laso contuvieran las arrancadas taronjas, llegando incluso a adelantarse por un 35-41 realmente amenazante.

Pedro Martínez buscó en su raquítico fondo de armario, y de pronto se acordó de Jordi Trías. El catalán, fiel a su estilo de «hombre invisible» reacio a mirar al aro, volvió a dar un clínic de cómo abrir el campo a base de moverse por el poste bajo y la línea de fondo, de forma que encontraba a Lucic para que el serbio, con un brutal «dos más uno» al clavar un matazo sobre Thompkins, estableciera el 47-45 en tiempo de descanso.

A pesar de perder a Sato

Valencia Basket pareció ajustar mejor su defensa en el tercer cuarto, mientras que San Emeterio le daba una lección de basket y vida a Doncic.

No obstante, el Real Madrid, pese a una técnica que sacaba a Llull del partido, tenía recursos de sobra. Recursos como Ayón, que fue casi el MVP del partido sin mirar al aro, solo por su intimidación –acobardó a Dubljevic y Hamilton– y su capacidad reboteadora. Recursos como Nocioni, que vivió agazapado y emergió a niveles estelares en el último período; otro tanto de Carroll, que con 71-74, eso sí, erró el triple para finiquitar la serie. Y sobre todo, Rudy, que anotó triples alucinantes.

No obstante, Lucic y Sato se negaban a perder, y un triple del africano llevaba el partido al tiempo extra. Ese sería su último servicio, porque cometía la quinta falta, al tiempo que el Real Madrid se escapaba 76-83.

Lo tenía ganado el cuadro merengue, pero entre Lucic y Guillem Vives, amén de un matazo de Hamilton, Valencia Basket revivió, hasta empatar a 85 a 10 segundos del final de la prórroga.

Felipe Reyes, que apenas tuvo tiempo de juego en la segunda mitad, salió en frío y anotó solo un tiro libre. La defensa merengue quiso evitar el tiro ganador taronja, pero Guillem Vives, medio aturullado y encerrado en la esquina, guardó la calma, supo fintar a Nocioni y, tirándose para atrás, anotó una canasta ganadora que, por tantas otras encajadas, se la debía el Real Madrid a Valencia Basket. Y en memoria de Drazen Petrovic.