14 JUN. 2016 KOLABORAZIOA ¿La incineración es tóxica para las ideas? Javier Hernando Aizpurua Médico. Miembro del grupo de Estudios Incineración y Salud (GEIS) Las aguas vienen revueltas en el tema de la incineración. El lobby pro-incineradora está intentando embarrar el campo de juego usando los medios de comunicación en los que –vistas nuestras dificultades para salir en ellos– tienen un acceso «preferente». En lo que nos afecta directamente a los médicos y médicas del GEIS, se ha dicho que somos unos «mangarranes», que se nos ha dado el título en una tómbola, que no tenemos ni idea «de nada»… Como se puede comprobar, argumentos de muchísimo peso. El Sr. Anasagasti, en cambio, sí debe saber «de todo». O eso se podría pensar si atendiésemos a las comisiones en las que ha tomado parte sólo en el Senado español: Defensa, Interior, Industria, Energía y Turismo, Educación y Deporte, Asuntos Exteriores, Reglamento, Personas desaparecidas… y más. Pero no vamos a bajar al barro. Nuestro grupo (GEIS) está compuesto por médicos y médicas de distintas procedencias ideológicas, por supuesto sin conflictos de interés, de distintas especialidades, algunos con currículum destacado y con mucha experiencia. Pero de lo que realmente sabemos es de lo publicado sobre los efectos de la incineración en la salud. No en vano somos los que más nos hemos preocupado en buscar y analizar la información sobre incineración y salud en un entorno amplio. No obstante, estamos abiertos a plantear nuestros datos en cualquier foro (sociedades científicas, simposium, organizaciones médicas, etc.) y contrastarlos con cualquiera. Estamos a dispuestos a enriquecer y a enriquecernos. También queremos hacer partícipes de primera mano a nuestra sociedad y a nuestras instituciones de lo publicado en medios científicos internacionales. Nuestra sociedad tiene derecho a conocer estos datos y nuestros dirigentes no deben ocultarlos. No es «alarmar», es contar la realidad de lo que hay. Si fuera verdad lo que se ha dicho de nosotras y nosotros, no sabemos qué hacen las organizaciones a las que pertenecemos, sobre todo Osakidetza, dejando trabajar a personas incompetentes, o la propia UPV/EHU rifando los títulos de Medicina. Somos –y estamos orgullosas y orgullosos de serlo– médicos y médicas que atendemos todos los días a personas enfermas y sanas de Gipuzkoa y nos interesamos por su salud. Es nuestra obligación. Por ello, hemos pedido reuniones con cargos de Diputación, instituciones sanitarias, etc. Por ahora, no nos han querido recibir. Por otra parte, es muy revelador que cuando una institución tan poco sospechosa como el Colegio de Médicos de Gipuzkoa organizó el pasado 19 de mayo una mesa redonda para hablar de este tema, no fuera capaz de encontrar médicos que pudieran o quisieran defender la inocuidad de la incineración para la salud. Lo mismo ocurrió el 8 de junio en un programa de la Cadena Ser donde no encontraron a ningún experto médico que avalara las bondades de la incineradora. Y nos consta que los han estado buscando por todos los lados. Pero vale ya de andarse por las ramas. Nosotros a lo nuestro. Nuestro grupo ha analizado lo publicado hasta el día de hoy sobre los efectos de la incineración en la salud. Con rigor, profundidad, basados en criterios de calidad y basados en metodología de la medicina basada en la evidencia. La incineración de residuos es perjudicial para la salud, al menos para la salud de la población que vive cerca de una incineradora. No lo decimos nosotros, lo dicen Ashworth, Elliott, Porta, Ranzi, Ancona, Viel, Garcia-Perez, Warner y muchos otros autores de estudios que asocian diversas enfermedades e incineración. En un radio de 10 km alrededor de Zubieta viven más de 270.000 personas. Apliquemos «el principio de precaución». Hemos sabido del acuerdo con Biodonostia por los medios de comunicación. Según lo que hemos leído, el proyecto no analizará cánceres, el sistema de medición de riesgos parece anticuado y el estudio tendría un seguimiento de cinco años, a todas luces insuficiente para detectar aumento de incidencia de tumores sólidos. Pero sería, en todo caso, un estudio después de que el daño ya esté hecho. Y hay que recordar que los estudios ya existen. Que no sirva nuestra pérdida de salud para corroborarlos. Este es un tema sobre todo social pero, ya que son algunos partidos políticos los que han embarrado el terreno, les diríamos: ¿Este es el nivel de discusión que quieren llevar en este tema? En el insulto y la descalificación no nos van a encontrar. En el estudio y el deseo de lo mejor para las personas que viven en Gipuzkoa y nuestra tierra sí. ¡Ah! Y atendiendo al título del artículo: estén ustedes tranquilos y tranquilas, no hemos encontrado, por ahora, nada que indique que la incineración sea tóxica para las ideas, aunque a veces parezca lo contrario. Es muy revelador que cuando una institución tan poco sospechosa como el Colegio de Médicos de Gipuzkoa organizó el pasado 19 de mayo una mesa redonda para hablar de este tema, no fuera capaz de encontrar médicos que pudieran o quisieran defender la inocuidad de la incineración para la salud