«¿Por qué penalizar a la ciudadanía de aquí a la espera de un cambio allí?»
A sus 43 años, es uno de los parlamentarios más bregados con casi 15 años en la tribuna de Gasteiz y ahora salta a la del Congreso. Su discurso nítido de izquierdas de siempre ha añadido con fuerza el de la necesidad de decidir aquí y todo: «Lo nacional y lo social van de la mano». De Bilbo y euskaldun, aunque el PNV lo esté señalando como «español», algo en lo que no pierde tiempo ni energías.
En EH Bildu presumen de estar hablando mucho con la gente en esta campaña. ¿Es así? ¿Y qué les cuentan?
Para una fuerza de izquierdas, hacer una campaña en la que se escuche a la gente tendría que ser obligatorio, y sobre todo para una fuerza arraigada en sectores populares, como es la nuestra. Sin el trabajo diario y desinteresado de la gente, no seríamos nada. No somos una maquinaria electoral, sino la expresión política de una parte muy importante de este pueblo, así que hay que reconectar con ella, aceptando el principio de realidad; es decir, que Euskal Herria tiene muchas euskal herrias dentro, muchas realidades diarias diferentes. ¿Qué detecto? Pues sobre todo que la gente tiene ganas de dar su opinión y de que se tenga en cuenta. Luego ya no es lo mismo ir a un eskualde de Bizkaia donde no hay mucho paro y las preocupaciones van más ligadas a lo identitario o la cultura que a Ezkerraldea o Meatzaldea, por ejemplo, donde esta estafa llamada crisis ha golpeado con más saña.
La situación de emergencia social es evidente para muchas personas. ¿Por dónde empezamos a afrontarla?
Hay que empezar de forma inmediata, no se puede dilatar la búsqueda de soluciones. La gente tiene que saber que solo en la CAV hay 500.000 personas, medio millón, una de cada cuatro, en situación de pobreza o de riesgo de pobreza o exclusión. También hay que buscar una cobertura más amplia de la que hay. Hay una parte que se puede hacer aquí, pero otra que tiene que ver con lo que podamos hacer en Madrid, donde se plantean vetos y medidas que son una guillotina para nuestra capacidad de acción. Y luego, nuestra realidad es muy desigual: se dice que hay crecimiento económico y que tenemos que alegrarnos de ello, cuando lo que vemos es cada vez más gente que no llega a fin de mes. Un día sale en el informativo como buena noticia el aumento de beneficios de Iberdrola hasta el punto de que su presidente llegue a cobrar 44.000 euros al día mientras hay mucha gente en pobreza energética, que no puede pagarse ni el recibo de la luz.
¿Unidos Podemos es más un adversario electoral o un aliado potencial?
Primero hay que señalar a los adversarios, lo hemos dicho desde siempre y ahora curiosamente también lo dice Podemos cada vez más. Y nuestro adversario es el régimen, esa realidad que nos impide desarrollarnos como pueblo y que las personas se desarrollen con dignidad. A fecha de hoy, eso lo encarnan de modo muy evidente PP y PSOE. El resto no son adversarios entendido como rival al que vencer, pero está por ver cuál va a ser su papel, qué posición toman ante las fallas que tiene el régimen. Existe una triple crisis: la económica (cada vez vivimos peor para que algunos vivan mejor), la de valores (la corrupción es endémica) y la territorial (el Estado español sigue sin saber dar respuesta a la realidad de que tiene bajo su dominio a naciones mayores de edad). Unidos Podemos y cualquier otra fuerza tienen que posicionarse ante esa triple crisis. Sabiendo que la correlación de fuerzas es mucho más positiva aquí. Por eso les decimos que si hay alguna opción de tumbar al régimen en Madrid vamos a estar ahí por responsabilidad: ya echamos a Barcina, a Maya, a Maroto... Y a la vez, señalamos que si eso no es posible aquí hay un escenario para empezar a trabajar desde ya para generar esa realidad más digna. ¿Por qué penalizar a los ciudadanos y ciudadanas vascas a la espera de un cambio en el Estado si tocamos ya la opción de levantar una realidad más digna aquí? No se entendería que no lo hicieran.
Nadie duda de que EH Bildu es más abertzale que Unidos Podemos, pero ¿quién es más de izquierdas?
No se trata de hacer un concurso ni yo me voy a erigir en juez. Pero EH Bildu no esconde ni oculta lo que es; una acumulación de fuerzas de izquierda y soberanistas. Nuestras posiciones están claramente ancladas en lo que es la izquierda y no perdemos tiempo en entrar en competiciones ridículas para la mayoría de la ciudadanía. Ahí están los hechos, las políticas que ha puesto en marcha EH Bildu contra las desigualdades y contra los privilegios.
¿Qué prevé esta legislatura próxima: una segunda transición, una primera ruptura, o nada de nada?
Tristemente, veo un escenario de continuidad. Nos siguen esperando tiempos grises en Madrid, pero es importante que la voz política de quienes venimos de la tradición de denuncia de aquella transición del «atado y bien atado» esté muy presente, para que si alguien tiene la tentación de vendernos una segunda transición nuevamente fallida volvamos a decirles que ese no es el camino de una vida más justa y más digna. Y creo que el independentismo de izquierdas catalán y vasco van a ser determinantes incluso en la configuración de gobierno que pueda darse. La gente tiene que entender eso: a más fuerza de ese independentismo, nuestra posición será más central y nuestra agenda será más protagonista y deberán prestarle más interés que en los tiempos pretéritos.
El «procés» está en crisis, el proceso vasco no arranca, el tren escocés ya pasó, ¿hay que esperar a que haya mejores condiciones, como dicen desde el PNV?
No, no hay que esperar. Un proceso se levanta con la participación directa de la ciudadanía. Lo que estamos viendo es que esos procesos solo arrancan cuando esta lleva el timón. A través de Gure Esku Dago y otras iniciativas, es posible que se ponga en pie y empiece a reclamar lo que le corresponde. Derecho a decidir para decidirlo todo, esta tiene que ser la clave de una propuesta emancipatoria, que al fin es lo que es EH Bildu. Hay que animar e incluso incitar a la ciudadanía para ello. Durante décadas hemos visto que la ciudadanía era tratada solo como objeto de consumo, para votar cada cuatro años y revalidar a gobiernos que luego la ignoraban completamente.
Si hay algún tema difícil de defender en el Congreso quizás sea el de los derechos de los presos. ¿Qué se puede hacer que no se haya hecho todavía?
Hay que insistir, perseverar. La posición del Estado español es vengativa, revanchista, no tiene nada que ver con la justicia, y esto cada vez es percibido por más gente. Sobre todo gente de fuera, porque pueden acercarse a la cuestión con menos carga emocional que la que se ha acumulado durante décadas. Aquí hay más dificultades, porque entre otras cosas se ha levantado un pensamiento único sobre el tema. Hay que insistir. Cuando es tan evidente la utilización de los presos y presas para sostener su política de venganza y también su táctica política, hay que desnudar esa posición e ir rescatando espacios. Ojalá consigamos que salgan lo antes posible de sus celdas.
«En EH Bildu tenemos que ser el instrumento político de la mayoría de este país»
Amaiur fue hace cuatro años a Madrid a hacer interlocución y política, pero luego la mayoría absoluta del PP no dio margen para gran cosa. ¿A qué va ahora EH Bildu? ¿Cómo se lucha hoy día en el Congreso?
Quiero poner en valor el trabajo de Amaiur, ha dado voz a muchas cuestiones, no solo de Euskal Herria. Vamos primero a hacer denuncia de los ataques que sufrimos, como pueblo y como personas, y junto a ello a entablar relaciones y romper determinados arquetipos sobre lo que somos. Si se conoce eso, tendremos una línea de avance mayor que si se nos sigue ocultando, silenciando y demonizando.
Por venir de donde viene, ¿Oskar Matute aporta un plus para esa interlocución?
Entiendo sus códigos de lenguaje y sus estructuras de pensamiento, no tengo ahí muchas dificultades. Mantengo relaciones con muchas personas que ocupan responsabilidades en las fuerzas de izquierda del Estado español. Aparte de eso, mi labor en el Congreso va a ser clara: poner sobre la mesa siempre nuestros derechos. Quiero que entiendan que la sociedad vasca es distinta; no mejor ni peor, pero sí diferente. La izquierda española no puede mirar con anteojeras una realidad que se ha construido durante décadas con muchísimos ejemplos de lucha. La izquierda de este país ha levantado muchas banderas en derechos laborales, libertades individuales y colectivas...
¿Que Oskar Matute sea cabeza de lista muestra que EH Bildu supera al fin la fase de coalición y se parece a un frente amplio? Con cuotas no hubiera sido posible...
Sí. Puede ser un avance en esa idea del frente amplio de poner los nombres que nos parezcan más acertados en cada coyuntura, sin atender tanto al peso relativo de su sensibilidad política concreta. EH Bildu tiene que ser capaz de convertirse en el instrumento político de la mayoría de este país. Y esa mayoría se puede identificar incluso en términos cuantitativos: se mide en el apoyo al derecho a decidir, en el apoyo al fin de las políticas de excepción penitenciaria, en el apoyo a acabar con los recortes. Todo eso es común a la mayoría de este país y EH Bildu debe ser capaz de hacerle propuestas.
¿Y Matute significa también que al fin se pone en primer plano la agenda social?
Es un viejo debate que antes provocaba encontronazos frecuentes, pero ahora ya debe superarse: lo nacional y lo social van de la mano. Queremos tener toda la capacidad de decisión no solo para satisfacer nuestra identidad, sino para dotar a la ciudadanía de un marco mucho más justo y decente. Lo que venimos llamando soberanismo social conecta ambas cosas. Más allá de lo emotivo o identitario, le damos un sentido de practicidad; no nos importa de dónde viene la gente, sino adónde va, y que viva de modo mucho más digno a como el Estado español quiere que viva.