«El derecho a decidir ya no chirría, forma parte del sentido común»
Afable, cercano en el trato y con un currículo apabullante en su treintena, Eduardo Maura repite durante toda la entrevista, como un soniquete, que «ya sé que no va a ser fácil». Pero sus palabras transmiten convicción de que el domingo pueden hacer algo grande.
Llevan toda la campaña interpelando al PSOE. Pero si siendo segunda fuerza y pudiendo investir a Pedro Sánchez no quiso pactar con Podemos, es más difícil que quiera hacerlo ahora para Pablo Iglesias, ¿no?
O no. El PSOE va a ser importante en la medida en que vivimos una época en que las mayorías absolutas son parte del pasado. Lo importante es que hay alternativa, y que mucha gente del PSOE piensa que hay que pactar con Unidos Podemos. Creo que en el PSOE hay federaciones que tienen una clara vocación de avance social y democrático, y esas federaciones son las que deben ganar el debate interno. No es sencillo, pero creo que es factible, y que lo sea es resultado de un ciclo largo que ha llevado al Estado español a una situación política imprevisible y sin ningún precedente. Ese paso adelante abre una expectativa de cambio y de no-retorno a la situación anterior que es enormemente favorecedora para las mayorías sociales vascas.
Pero si hubiera acuerdo, ¿el PSOE no sería un lastre para ese cambio que propugnan?
Uno no hace política en el vacío ni en un laboratorio, se encuentra con las condiciones y las reglas de juego dadas, y esas reglas han cambiado. Hoy es posible hablar por ejemplo de derecho a decidir en Andalucía, en Murcia o en Madrid de una manera que era impensable hace dos o tres años. Eso es un paso adelante y creo que afecta también e interpela al PSOE, que insisto tiene en su seno a personas que están por la labor de apoyar eso y de avanzar en esa dirección. Lo que se trata es de que asumamos que hay que llegar a grandes acuerdos y hay que estar a la altura de este nuevo tiempo político.
Ya que cita el derecho a decidir, ha generado controversia lo que dijo Pablo Iglesias en el debate a cuatro. ¿Aceptar ese derecho sigue siendo para ustedes condición para pactar?
El derecho a decidir es una premisa fundamental y condición necesaria para hacer política en el Estado español en el siglo XXI. Estamos en un contexto en el que la pluralidad de identificaciones nacionales que conviven en el Estado está mucho más reconocida, es mucho más parte de la vida cotidiana de las formaciones políticas de lo que era antes, y eso debe ser encauzado. Porque es que además ni siquiera es un problema, es una realidad social, y como toda realidad social quien quiera gobernar debe asumirla. Ese principio democrático debe ser adecuadamente articulado institucional, legal, jurídicamente, incluso constitucionalmente, para que podamos ejercer ese derecho básico y podamos hacerlo con todas las garantías. Pienso que eso hoy ya no es algo que chirríe, sino que forma parte cada vez más del sentido común de una mayoría social, incluso me atrevería a decir que estatal. En Euskadi, por supuesto.
También se habla mucho de socialdemocracia. ¿Abandonan el esquema de arriba y abajo, vuelven al esquema clásico izquierda-derecha? ¿Podemos qué es, centro izquierda?
Creo que no se ha pasado de un eje arriba-abajo a un eje izquierda-derecha; lo que se está haciendo es dar una batalla cultural, que tiene que ver con palabras y con significantes que parecían colonizados. Hay que dar la batalla también por las palabras, y socialdemocracia es una palabra que tiene una historia de conquistas que es valiosa. Dar la batalla por la socialdemocracia no significa volver a la izquierda o al centro-izquierda, sino reconocer que algunas palabras hay que ganarlas para el cambio que perseguimos y que no hay que tener miedo a utilizarlas. Sigo pensando que estas son unas elecciones en las que el eje viejo-nuevo desempeña una función fundamental. Tenemos a un lado al PP, que es el perfecto actor viejo que encarna a un país viejo, a un modelo basado en separar a las personas y en producir conflictos territoriales. Y al otro lado del eje estatal se halla una fuerza que hace política de otra manera, que defiende principios políticos alternativos y que además tiene un proyecto de gobierno, de avance social y democrático completamente diferente e inclasificable respecto a los cánones políticos antiguos del Estado. La elección es cuándo queremos conquistar el futuro que nos merecemos, ahora o dentro de cuatro años. Yo pienso que ahora, no le quiero dar cuatro años más al PP.
El pacto con IU, antes denostado, ¿se basa en la Ley D’Hont?
Creo que no tiene que ver con la Ley D'Hont, aunque es un factor. Por supuesto, el resultado del 20D arrojó un nuevo caso de injusticia electoral: los votos que obtuvo IU no tuvieron la repercusión en escaños que merecían. Lo que nos hemos dado cuenta es de la necesidad de darle un empujón más a la corriente de cambio en el Estado español. Las condiciones han cambiado: las del 20D eran todavía unas elecciones en la que se trataba de desbordar y que no hubiera un cierre por arriba, y ahora ya no es una cuestión de cerrar la posibilidad de un gobierno de los siempre, sino que se trata de ser la única alternativa de gobierno al PP. En este momento hace falta y se dan las condiciones para una confluencia mayor.
¿Y ese acuerdo lo van a mantener en las elecciones autonómicas de otoño?
Creo que las lógicas políticas vasca y estatal son muy diferentes. Pero lo fundamental es que entendamos que las negociaciones de confluencia en Euskadi y en el resto del Estado no siguen los mismos cauces y no tienen los mismos elementos sobre la mesa. Hay diferentes lógicas, diferentes ritmos de negociación y diferentes objetivos. Aquí queremos ser la alternativa al PNV, eso hace que haya que plantearse la confluencia de otra manera o desde otro punto de vista. Yo no estoy cerrado a esa posibilidad, pero no voy a negociarla en clave estatal, voy a negociarla en clave vasca, y la van a negociar personas diferentes.
Los británicos votan hoy si siguen o no dentro de la UE. ¿Cómo contemplan este asunto?
Creo que el Reino Unido es un actor fundamental y allí hay también una corriente progresista que puede ayudar a que haya contrapesos a la Troika, a construir una alternativa hacia una Europa más democrática. Además, otro factor que nos hace estar a favor de la permanencia es que la City correría el riesgo de convertirse, si no lo es ya, en un gigantesco operador financiero con un poder incalculable y democráticamente incontrolable, así como en potencial paraíso fiscal. Y no se puede permitir, en un contexto europeo, que Londres sea un paraíso fiscal.
«Bizkaia ya no es lugar de oportunidades, mucha gente ha tenido que marcharse»
Usted aspira a representar a Bizkaia en el Congreso, ¿cuáles son los principales problemas de este herrialde?
Bizkaia ya no es un lugar de oportunidades. Cuando me acerco a veces a coger el autobús o el tren para ir a Madrid, al Congreso, veo a mucha gente que está siendo despedida por sus familias para ir a trabajar a Madrid, porque aquí no ha encontrado nada. Tenemos los famosos 10.000 de Urkullu, 10.000 jóvenes que desde que empezó la crisis han tenido que marcharse de Euskadi para encontrar oportunidades. La inmensa mayoría no se han ido, como sugería Urkullu, a tener una experiencia para luego volver, sino que se han ido porque no tenían oportunidades. Si no nos planteamos ese problema en serio, nos vamos a encontrar que formamos en las universidades vascas a jóvenes que luego se van a trabajar o a investigar a otros lugares. Por otro lado, en Bizkaia hay una crisis de expectativas de ascenso social bloqueadas. Mucha gente que ha trabajado duro, que ha estudiado, que ha hecho las cosas que le habían dicho que tenía que hacer, se ha encontrado con una situación de precariedad casi estructural permanente que no le permite tener una vida digna, en la que se sienta cómoda, en la que los derechos y el bienestar sean más importantes que la precariedad y la angustia. Eso en Bizkaia se da bastante.
Otro asunto fundamental es la industria: estamos en un contexto en el que la amenaza del TTIP a la siderurgia vasca y europea es un tema primordial. No se puede estar a favor de la industria vasca y del TTIP al mismo tiempo, como está el PNV en Europa con sus socios del Partido Liberal, paradójicamente UPyD y Ciudadanos. Es una contradicción política objetiva.