Otra actuación memorable de un coro y un director infalibles
Aunque no estuvieran al mismo nivel estraterrestre de su última visita a Donostia –en el 2014, con un asombroso “Dixit Dominus” de Haendel– el Coro Monteverdi volvió a firmar una velada memorable con su interpretación de la “Pasión según San Mateo” de Bach. Una creación que han cantado innumerables veces en su historia y que desde marzo defienden en una gira por todo el mundo. El grado de familiaridad que han alcanzado estos coralistas con la obra maestra de Bach es tal que se permiten afrontar sus tres horas de duranción sin necesidad de partitura, algo que yo no había visto antes. Y supieron mostrar bien el nivel de detalle, de intención expresiva que se puede alcanzar cuando una obra está interiorizada hasta tal punto. La dirección de Gardiner podrá dar la impresión de ser espontánea, pero todo estuvo perfectamente calibrado para lograr ese difícil equilibrio entre dramatismo y contrición, entre acción y comentario reflexivo que da sentido a las pasiones de Bach.
El coro era tan bueno que, en comparación, los English Baroque Soloists parecieron discretos, aunque números como los de la viola de gamba fueron de enorme calidad. James Gilchrist volvió a demostrar por qué está considerado el mejor Evangelista de su generación, cantando su diabólica parte con total naturalidad sin renunciar a una gran complejidad psicológica. Stephan Loges fue un Cristo con escenas imponentes. La gran sorpresa, con todo, fueron los niños de la Escolanía Easo, cantando las partes de ripieno de tres números con una pureza tímbrica embaucadora.