En pleno siglo XXI a veces parece que estuviéramos diez décadas atrás. No entiendo que en 2016 el desnudo masculino siga siendo tabú.

La publicación hace semanas de una extensa entrevista con el actor porno italiano Rocco Siffredi –con sus correspondientes fotos desnudo, sin censura– en un número especial de la revista semanal de “Le Monde” dedicado al sexo y a la pornografía, convertidos ya, según su directora, Marie-Pierre Lannelongue, en parte de la cultura popular, fue un escándalo y provocó la respuesta de cientos de lectores que dijeron estar conmocionados e indignados y amenazaron con dejar de comprar el prestigioso diario, tachando las imágenes de «exhibicionistas» o «violentas».

Lannelongue había asegurado que esas fotografías tuvieron «el mérito de provocar un debate en la redacción» y se anticipó a la polémica al señalar que «parece que el cuerpo femenino puede ser mostrado desnudo sin problemas, mientras que el masculino no debe ser visto jamás». Asumido y considerado de buen gusto en el caso femenino, pero impensable en el masculino.

El atrevimiento de “M Magazine” podía sugerir que los franceses van un paso por delante del resto al tratar con mayor naturalidad esta cuestión, pero qué va.

El propio Siffredi, al referirse a esta polémica, admitió haberse equivocado al pensar que el mundo había cambiado y que los franceses están más adelantados. «El pene ha quedado como el último tabú. El desnudo femenino, por el contrario, se muestra libremente. Tal vez demasiado».

Coincido con Siffredi. Y no en sus 26 centímetros de falo.

Hipócritas.