Oihane LARRETXEA
KANPAINA

Hacer el amor en la campaña electoral

El mismo día en que arrancaba esta campaña electoral, la chef venezolana María Fernanda di Giaccobe recibía en Donostia el Basque Culinary World Prize, un premio que reconoce las iniciativas transformadoras. En su caso, se ha galardonado una estrechamente relacionada con el cacao. En una entrevista posterior, leía las alabanzas que hacía al chocolate y cómo repasaba sus múltiples beneficios. Según revelaba, la gente que lo consume tiene la capacidad de pensar rápido y, además, es buena haciendo el amor; por lo tanto, incentiva la práctica.

Estas afirmaciones hicieron que me acordara de las y los candidatos a lehendakari. Me explico. A la campaña apenas le quedan ya tres telediarios, pero entonces acababa de darse el pistoletazo de salida y tenían ardua tarea por delante, y no voy a negar que mérito tienen, especialmente los que hablan y no dicen nada. Bueno, el caso es que pensé que el chocolate les podría aportar todo lo necesario para afrontar esta carrera de fondo… y con una sonrisa.

Sin embargo, albergaba yo mis dudas sobre si el sexo tenía algo que ver con la campaña electoral cuando el PSE lanzó otro de sus inefables vídeos de campaña. En él nos mostraba a una ardiente pareja que empezaba la faena en la cocina, tirando incluso el frutero al suelo. En ese momento suena el telefonillo, pero ignoran la llamada. Siguen en lo suyo por el pasillo y acaban en la habitación, pero el aparatito de marras sigue sonando y sonando, hasta que ella se levanta para contestar. «Raca raca raca raca…», se oye al otro lado de la línea mientras se suceden imágenes de Otegi, Urkullu, Iglesias, Zabala, Ortuzar…

Partiendo de la base de que si el polvo es bueno no se contestan las llamadas, intuyo que el PSE se ha precipitado. «El que habla de la pera se la come entera», reza el dicho popular. Y a los hechos me remito; es cuestión de tiempo que el PSE acabe en la cama con el PNV, aunque solo sea por mero interés. No le culpo, todos conocemos a alguien que lo hace. La diferencia es que esta vez no habrá telefonillo que valga, porque estarán tan a gustito.

PD: la táctica del chocolate bien sirve para el electorado, que mérito tampoco nos falta.