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Bobadas alpinas

Drogas


Las actividades de ‘aventura’, entre las cuales las de montaña brillan con luz propia, siempre se han prestado a postureos de muy diversos tipos. Los emprendedores se llenan la boca con toma de riesgos, resiliencia, superación de dificultades, toma de decisiones, etc. lo mismo discurseando en un coaching de empresas, que en apariciones en reality shows. Ya Obama, el año pasado, previa discreta llamada de la Casa Blanca, acudió a Alaska, a un reality de esos de supervivencia (que en política está muy difícil), comiendo un trozo de salmón previamente mordido, supuestamente, por un oso, paseándose en la naturaleza y conversando con un famoso presentador aventurero (controvertido, todo hay que decirlo). También nuestra malhadada Hillary Clinton declaró en la pasada campaña, y sin que se le moviera la laca, que su nombre se lo habían puesto al nacer en homenaje a Edmund Hillary, supongo que como símbolo de su predestinación a grandes gestas y altas cumbres. El problema es que no tardaron en apuntarle que cuando ella nació, el bueno de Edmund Hillary estaba intentando ganarse la vida como apicultor en Nueva Zelanda, bastante antes de su ascenso al Everest. En otro orden de cosas, una comisión médica de la UIAA ha publicado en la revista “High Altitude Medicine & Biology” un estudio sobre el efecto de todo tipo de drogas en altitud. Para que sepamos. Se tendría que publicar otra para políticos… espera, mejor para los votantes.