Agustín Goikoetxea
Periodista
IKUSMIRA

Para un puente que se mueve, lo tienen quieto

No ha tenido mucha «suerte» el puente de Deustua en su 80 cumpleaños. El lunes se cumplieron ocho décadas de la entrega por parte de las empresas constructoras de esta emblemática infraestructura al Consistorio bilbaino. Nadie, creo, pone en duda el elevado valor patrimonial y simbólico del proyecto de los ingenieros Ignacio Rotaetxe y José Ortiz de Artiñano, bajo la dirección del arquitecto municipal Ricardo Bastida.

La expansión urbanística hacia lo que fue hasta el 1 de enero de 1925 municipio independiente lo necesitaba, pero se requería de una solución técnica que permitiera el paso del importante tráfico de buques que existía y que se mantuvo otros 40 años. La solución se encontró en Michigan, de donde se trajo la idea para ejecutarla en las plantas de La Naval y La Basconia. Muchos hemos sido los que presenciamos las maniobras de apertura, algunos enfadados por que demoraba su paso y no llegaban a sus obligaciones diarias; también excusa para justificar un retraso.

En esta efeméride no ha habido acto oficial alguno, tan solo la llamada de atención desde la Asociación Vasca de Patrimonio Industrial y Obra Pública a las autoridades municipales de Bilbo para que se preserve la maquinaria que permite elevar las hojas del puente y no se sellen como se hizo con las del Ayuntamiento. Hace ya unos años que esa maniobra no se realiza, a pesar de las peticiones que periódicamente se cursan. Me sumo a quienes defienden el valor de esa operación que califican de «grandioso espectáculo» para su transmisión a futuras generaciones.