21 DIC. 2016 EDITORIALA Alivio, alegría, paradojas y mucho trabajo EDITORIALA Nueve vascos y vascas recuperaron ayer la libertad: en Madrid cuatro jóvenes de Altsasu encarcelados por una trifulca con dos guardias civiles y en París otras cinco personas, las arrestadas el viernes en Luhuso en una operación policial que buscaba boicotear un intento de desarme protagonizado por la sociedad civil. Ambas noticias producen alivio a familiares y amigos de las personas detenidas y, en general, alegría en la sociedad vasca. No obstante, conviene recordar que en el caso de la operación de Altsasu todavía quedan tres jóvenes más en prisión y que el proceso sigue el delirante curso marcado por instancias policiales. Tampoco podemos pasar por alto que, a pesar de haber quedado en libertad, los arrestados en Luhuso están bajo control judicial. La libertad de estos nueve ciudadanos vascos muestra la lógica paradójica en la que se mueve Euskal Herria. Por una parte, los estados español y francés continúan empeñados en entorpecer cualquier iniciativa que permita avanzar en el proceso de resolución y abrir nuevos escenarios a este pueblo. Con leyes excepcionales lo mismo criminalizan a todo un pueblo, que elevan a categoría de «terrorismo» una pelea de bar o acusan de tenencia de armas a quienes trabajan para inutilizarlas, precisamente porque esos estados no quieren hacerlo. Por otra parte, la sociedad civil vasca sigue dando muestras de imaginación, dinamismo y compromiso. Frente a esa actitud productiva, la respuesta de las instituciones al reto de construir la paz no deja de resultar bastante decepcionante. La movilización social y política –esta última especialmente notoria en Iparralde– ha dejado en evidencia que los estados mantienen una enorme fuerza bruta y burda, pero carecen totalmente de argumentos. También demuestra que no basta con desenmascarar esa lógica, que el secreto está en un trabajo sostenido que encienda la solidaridad y fomente la defensa de la justicia.