Los vuelos de la muerte de Rodrigo Duterte
En 1995, el represor de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Argentina Adolfo Scilingo confesó al periodista Horacio Verbitsky cómo arrojaban al mar a los «subversivos», adormecidos, atados y desnudos. Los tristemente conocidos «vuelos de la muerte», ampliamente documentados a través de testimonios y corroborados también por las autopsias de los cuerpos que iban apareciendo flotando en aguas argentinas y uruguayas, se convirtieron en una práctica sistemática para eliminar a los «zurdos» durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.
A miles de kilómetros de distancia, en pleno siglo XXI, un presidente –fruto de una elección popular y no de un golpe de Estado– ha reconocido que ha arrojado a personas desde un helicóptero y ha propuesto utilizar esta misma metodología para altos cargos acusados de corrupción. Se trata del mandatario filipino, Rodrigo Duterte, quien el martes, tras visitar las zonas afectadas por el tifón Nina, lanzó el siguiente mensaje: «Si eres corrupto, te voy a buscar y te echaré del helicóptero camino a Manila».
Fue más allá al admitir que él mismo arrojó a una persona, acusada de secuestrar, violar y matar a una mujer. «Ya lo hice una vez, ¿por qué no podría hacerlo de nuevo?», dijo.
Recientemente reveló que siendo alcalde de Davao –cargo que ocupó durante dos décadas– acostumbraba a patrullar las calles en moto y que mató a otras tres personas.
Declaraciones que, por su gravedad, exigen una investigación rigurosa, así como las cerca de 6.100 muertes producidas desde que llegó al poder.