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JO PUNTUA

Día de tambores


Hoy mismo empiezan a sonar tambores de guerra en los USA. Trump toma posesión del cargo y empieza a cumplir su plan de creación de empleo. De momento en la construcción, para rodear a los mexicanos de cemento. Y cobrárselo, claro; y muy caro.

Tambor virtual en el Ayuntamiento donostiarra. Anunciaron a bombo y platillo la concesión del Tambor de Oro de la ciudad a una periodista con nombre de cadena hotelera y nasti de nasti. Van al pleno y se abstienen de forma casi unánime. Milagroso.

Y por este arte de birlibirloque el tambor que era de oro queda desierto, se hace virtual y la periodista se queda sin habitación de hotel, sin tambor y sin el oro. Bien es verdad, que este último ya se lo habían dado hace unos meses por emitir un programa desde Tabakalera. Casi veinte mil euritos. Como para no estar contenta en la Bella Easo. Dicen que el reglamento del galardón no se compagina con la percepción que la ciudadanía tiene del sentido de esta distinción que se otorga todos los años. En esto coinciden los dos alcaldes donostiarras: el del PNV, y el del PSOE, el “Duo Sacapuntas”. Si no coinciden lo que dice el reglamento y lo que siente el pueblo, la solución parece sencilla: hay que cambiar el pueblo.

Tambores de protesta en Anoeta. El futbol de la tele no respeta ni la cena de la fiesta de la víspera del patrón que antaño, dicen, era con angulas. Si no quieren tamborrada, taza y media y se mete la txaranga y las comparsas en ese estadio que pronto dejará de serlo. Y guerra de precios: entradas a 10 y 20 euros hasta acabar existencias. Hay que llenar, para que el enemigo sienta en la nuca el estruendo de los tambores de hojalata. ¡Hasta la victoria final! Y uno se pregunta por qué casi siempre, menos esta vez, las entradas del futbol son tan caras como la luz. Pero esto ya lo dejó claro hace mucho el ideólogo de la cosa Vujadin Boskov: Futbol es futbol. Y punto.