Raimundo Fitero
DE REOJO

De fuego

Acabamos de entrar en el año del Gallo Rojo de Fuego según el calendario chino. Veo las celebraciones por todo el mundo y siento tantos escalofríos como cuando Trump pone morritos y escupe por su boca alguna de sus amenazas de fuego reaccionario. Escribo fuego y pongo los canales chilenos que están veinticuatro horas mostrando la catástrofe de dimensiones incalculables de los cientos de incendios que calcinan grandes extensiones de terreno, pueblos enteros, comarcas aisladas. Y en los cielos vuelan mastodónticos aviones cisterna. Uno americano y el otro ruso. Guerra tecnológica. Apoyo incondicional de todos los gobiernos, cientos de brigadistas profesionales con todas las banderas. El pueblo chileno conmocionado, pero todos aportando, trabajando voluntariosamente para paliar algo los efectos devastadores de unos incendios que han sido provocados en muchos puntos. Desolación. Los chinos tienen colonias por todo el mundo, barrios completamente suyos y empiezan a visualizarse en todas sus costumbres y celebraciones. Estos años nuevos chinos son una expresión clara de ese arraigamiento. Todas sus tiendas, restaurantes y oficinas totalmente ornamentadas para la ocasión. Y hasta en las calles con sus espectáculos coloristas y pirotécnicos tradicionales. Como si no estuvieran acaparando capital, materias primas, territorios y ser China donde más millonarios se hacen cada día. Contradicciones de un sistema que debe dar futuro de vida a cerca de mil cuatrocientos millones de seres humanos.

Por eso la opción más sensata es ver asiduamente el canal chino de televisión para entender algo de su propaganda y de su contextualización de las palabras de fuego del pato naranja. También se puede uno aleccionar en el canal ruso que sirve para comprobar la musculatura política internacional de Putin.