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TEATRO

Saga familiar vasca


Del caserío a los negocios industriales; de la miseria de finales del siglo diecinueve al triunfo social al amparo del franquismo; de la emigración a Cuba al retorno como indiano pudiente: los Ursuaga como símbolo, como estirpe, como saga vasca en donde Borja Ortiz de Gondra introduce toda su capacidad dramática en un relato que se adentra de manera absoluta en la  auto-ficción.

El dramaturgo como personaje, como narrador. Y lo que cuenta no es su propia historia, pero podría serla.

Una historia perfectamente reconocible. Todos los personajes son de una verisimilitud tan aplastante que tienen rasgos costumbristas, como si fuera imposible prescindir de los tópicos basados en la más estricta realidad: frontón, apuestas apañadas, negocios inmobiliarios, curas, represión, bandos políticos enfrentados, desencuentros familiares rotundos, violencia pri vada y violencia política. Ausencia de perdón, obstinaciones sin resolver.

Interesante estructura dramática. Espacio escénico sugerente, un frontón, con unas sillas de aluminio intemporales. La dirección va de logros en la puesta en escena a momentos de ausencia que provocan desigualdades actorales que inciden en la carga ideológica.

Obra ambiciosa que debe ser recibida por los públicos para conocer o reconocer una manera de ser vasco.