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JO PUNTUA

«Yankees go home?»


A lo que antes se consideraba mentira la llaman, ahora, «posverdad» o «hechos alternativos». Es lo que sucede cuando toleramos lo intolerable.

Si la pobreza no es percibida como una injusticia sino como fruto del azar o, peor aún, como responsabilidad del individuo aislado por haber creído que la sociedad es una suma de individuos individuales. Si el sufrimiento de otro como tú te resulta ajeno y hasta cansino.

Si observas que a un falangista, –cuasi ágrafo como buen falangista, de fantasioso currículum como buen falangista, después de haber dirigido a los demócratas del tricornio acharolado en la represión de la disidencia y en la férrea defensa de las fronteras patrias de la invasión de los bárbaros del sur, aún a tiros de bocacha y concertinas hasta el ahogamiento–, el Estado le premia con un puesto, otro más, en las eléctricas y tu sangre no hierve y se crispan tus nervios porque «es lo que hay».

Si nueve jóvenes son acusados de terrorismo por bronca de bar a las tantas de la noche con individuos del benemérito cuerpo del Duque de Ahumada y son linchados por todos y cada uno de los bocarranas a sueldo de los creadores de opinión y casi nadie de los que dicen defender los llamados derechos humanos parece querer sumar dos más dos.

Si un ministro de interior instiga la creación de delitos contra el oponente político y no pasa nada de nada; Rita, la presunta, es homenajeada por el resto de corporaciones municipales como ejemplo de alcaldesa a seguir y suma y sigue sin seguir pasando nada.

Si con expectativas salariales, con suerte, de mil y menos euros, no sentimos deseos de emascular al patrón (arrancarle tol badajo, por si hubiera duda) sino de presentarnos para empleado del mes.

Y tanta, tanta ignominia sufrida sin dignidad alguna.

¿De verdad resulta extraño que un indocumentado como Donald Trump salga elegido por unos millones de indolentes y adocenados televidentes?

Spain is different? ¿Estamos seguros?