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EDITORIALA

La pobreza infantil cuestiona el oasis vasco


La organización Save The Children publicó ayer un informe sobre desigualdad infantil, igualdad de oportunidades y políticas públicas, y los datos no pueden ser más preocupantes. Continúa aumentando la desigualdad, especialmente entre niños y niñas de rentas bajas; es decir, mientras que en los estratos de rentas altas y medias la distancia se mantiene, los pobres son cada vez más pobres. Así, la pobreza infantil severa alcanza ya al 9% de las niñas y niños, alrededor de 24.000 en la CAV y 7.000 en Nafarroa.

El informe destaca que los ingresos por trabajo se han convertido en la principal fuente de desigualdad para la infancia. Los exiguos sueldos no permiten mantener una familia, de modo que el impacto de la precariedad lo sufren directamente los hijos e hijas de los trabajadores. Y son los niños y niñas de familias con escasas habilidades laborales, familias monoparentales y extranjeras, los que registran mayores niveles de pobreza y también los más necesitados de ayuda. No atenúa esta desigualdad la inversión en protección social, que además de estar bastante por debajo de la media europea no está dirigida precisamente a las familias con menos ingresos. La protección de estas depende más de los complementos a las rentas más bajas como el RGI. Es por ello que resulta especialmente preocupante que la Diputación de Gipuzkoa, por ejemplo, vaya a recortar el AGI en un 90%, dejándolo en una ayuda meramente testimonial. No es más que otra muestra de las prioridades políticas de los representantes institucionales del PNV, que saltan como un muelle cada vez que se menciona un cambio en la presión fiscal a las empresas y, sin embargo, callan cuando se trata de asegurar el derecho a los niños y niñas a una vida digna alejada de la pobreza.

El informe desnuda eso que algunos llaman oasis vasco y otros designan con el rimbombante nombre de modelo vasco de bienestar: no es más que una quimera construida sobre la pobreza de cada vez más niños y niñas sin voz.