8 de Marzo: de la sensibilización a la práctica

Hoy se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en la que todavía se recuerda a aquellas trabajadoras textiles que fueron pioneras en la lucha por unas condiciones de trabajo dignas. Sin embargo, el nombre de la celebración va perdiendo ese último adjetivo que, entre otras cosas, reflejaba la lucha de las mujeres por participar y construir una sociedad en pie de igualdad con los hombres. A pesar de ello, este año la ONU ha decidido dedicar el día a las mujeres en un mundo laboral en transformación, subrayando la importancia del trabajo femenino en la sociedad actual.

El 8 de Marzo se ha convertido en un día para la sensibilización, en el que conviven movilizaciones reivindicativas con la difusión de datos sobre la situación de la mujer en diferentes ámbitos: desde la irregular participación política o la minúscula parte de la riqueza social que gestionan hasta la desigualdad en las relaciones laborales o la desproporcionada aportación a las cuidados que realizan. Todos estos datos en su conjunto muestran una realidad en la que los cambios avanzan despacio, a veces incluso demasiado despacio; una sociedad donde la desigualdad en las relaciones de poder reproducen mecanismos discriminatorios; y donde los llamados techos de cristal son una realidad que impiden a las mujeres alcanzar sus metas. La desigualdades se mantienen y los mecanismos que las hacen posibles se perpetúan, sin embargo, la batalla por la igualdad en la opinión pública se va ganando poco a poco.

Pendiente queda la batalla más importante, la de la práctica de la igualdad en todos los espacios y situaciones. En el aspecto práctico conviene marcar prioridades que ofrezcan logros tangibles. En ese sentido aparece como urgente terminar de una vez por todas con la violencia contra las mujeres. Pero no menos importante para unas relaciones en igualdad es transformar profundamente las pautas de conciliación de la vida laboral y familiar.