Bullying, prevención más allá del alarmismo

El aparente incremento de casos de acoso escolar en Euskal Herria ha despertado en los últimos meses todas las alarmas en la comunidad educativa. Los datos conocidos esta semana ofrecen cifras aproximadas del fenómeno en Nafarroa –45 casos en algo más de un año– y en la CAV –121 casos en el curso 2015-2016–, primer paso para realizar un diagnóstico certero y evaluar la dimensión real de esta lacra a la que no conviene ni restar gravedad ni añadir magnitud.

En este sentido, cabe matizar el llamativo titular que ayer se propagó tras la comparecencia de la consejera de Educación de la CAV, Cristina Uriarte, según el cual los casos de acoso escolar se duplicaron. El impactante dato es el resultado del aumento de los casos estudiados –el doble que el curso anterior–, síntoma positivo de que las instituciones se toman más en serio el fenómeno. Pero el porcentaje de casos de acoso respecto al total de denuncias examinadas es prácticamente el mismo –cerca de una cuarta parte –. Afortunadamente, no parece que sea el acoso el que crece de forma abrupta, sino la atención que recibe.

Huir de los alarmismos, que acostumbran a dar pie a grandes anuncios gubernamentales más mediáticos que efectivos, es el primer paso para combatir un fenómeno grave que no por antiguo hay que dar por irremediable. En este camino, resulta vital analizar el empleo de las redes sociales en el ciberacoso, última modalidad del bullying, así como establecer claros protocolos para los casos en los que el acoso no se traduzca en ataques físicos, sino en agresiones verbales y marginación –la mayoría–.

El bullying no solo convierte en un infierno la vida de la víctima, sino que condiciona el desarrollo de todo su entorno, tanto el de quienes ven el acoso y callan, como el del propio victimario. Una estrategia serena y mantenida contra el bullying que ponga el foco en la prevención –como los pioneros programas Kiva en las Ikastolas– es, a fin de cuentas, una apuesta por una sociedad mejor.