Natxo MATXIN
DESDE LA GRADA

Un embarazo inverso: hartazgo versus transparencia

Como un embarazo inverso. En apenas nueve meses, la Junta Directiva presidida por Luis Sabalza ha pasado de los días de vino y rosas de pasearse en olor de multitudes coincidiendo con el ascenso del equipo a Primera al «hartazgo» –palabras literales– por considerar que su funcionamiento se cuestiona un día sí y otro, también.

Los actuales gestores de la entidad rojilla no han sabido digerir que estar al frente del mayor club deportivo de Nafarroa no solo supone notoriedad pública, sino también críticas, bien sea de los propios socios o de los medios de comunicación. Y que, para su disgusto, dicha censura, en los tiempos que corren, está más alerta que nunca, porque venimos de donde venimos. Y que, con su deficiente política comunicativa –la reconocieron en la asamblea del jueves con el tirón de orejas que les dio la LFP en cuanto a transparencia–, no han contribuido a serenar los ánimos del personal.

La polémica en torno a los pagarés emitidos por el club para satisfacer las demandas de los acreedores de Vasil-jevic –¿se imaginan al gerente de una empresa adelantando dinero a un empleado de su confianza sin que lo sepa la junta de accionistas?– no ha sido sino la gota que ha colmado el vaso de la paciencia de la gente en torno a la opacidad con la que se han trabajado otros asuntos por parte de esta junta directiva.

Por ejemplo, la contratación de un personaje como Fran Canal, al que por cierto se le ha renovado sin que se haya hecho público, solo cabe “entenderse” como contraprestación a la amenaza de un posible descenso administrativo por parte de la patronal futbolística. Si es así, una vez que los tribunales ya han exculpado al club como tal, que la deuda con Hacienda está encauzada y que las cuentas rojillas comienzan a ser positivas, ¿por qué se sigue encadenando a esa relación? Si no es así, ¿de verdad que no hay ninguna otra persona tan o más capacitada que Canal para desarrollar la misma labor y, además, sentir los colores?

O el derroche con el fichaje de Joaquín Caparrós, en una operación económica que, por nefasta, se quiso ocultar a los socios, verdaderos propietarios del club. Cifras que fueron variando con el paso del tiempo, alusiones a la protección de datos para evitar darlos… Todo para esconder que al técnico de Utrera se le firmó lo que restaba de temporada –cosa lógica–, pero también la próxima campaña, esta última sin ningún tipo de condicionante. Al final, Osasuna obligado a pagarle todo, que el dinero le sobra a este club.

Lo triste es que estos casos y otros han empañado las buenas gestiones que ha realizado esta junta, la cual no ha sabido transmitir siquiera los logros propios y que ya se han adelantado: evitar que el club se sentase en el banquillo y sanear los números, entre los más importantes. Como la mujer del César, no basta con ser honesta, también tiene que parecerlo, máxime en una entidad que ha sido rescatada por los poderes públicos con una dación en pago cogida con tiritas. Está claro que han fallado las formas durante esta etapa de gestación.