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La Liga Árabe rechaza injerencias en otra cumbre de la impotencia

La cumbre anual de la Liga Árabe rechazó las «injerencias extranjeras» en la región, en clara alusión a la guerra siria, un escenario donde potencias como Rusia, Irán o Turquía están tomando la iniciativa. La división de los países de este organismo, encabezado por Arabia Saudí, muestra su impotencia para adoptar posturas conjuntas ante las crisis de la región.


Los dirigentes de la Liga Árabe iniciaron ayer una cumbre anual en la que intentan superar sus divisiones y la impotencia demostrada sobre numerosas crisis que afectan su región.

«Debemos tomar la iniciativa para hallar soluciones a todos los desafíos que se nos plantean, para evitar así las injerencias extranjeras en nuestros asuntos», afirmó el rey de Jordania, Abdalá II, al iniciar la reunión.

Sin embargo, el grupo hace tiempo que se encuentra debilitado y dividido, lo que impide una actuación conjunta en conflictos como Siria.

«Esta cumbre no será diferente de las precedentes. El orden (político) en el mundo árabe es débil, está dividido y funciona mal desde hace muchos años», declaró a AFP Oraib Rantawi, director del Centro Al-Quds de estudios políticos.

Veintiún países participan en esta cumbre ordinaria de la Liga Árabe, de los que 15 están representados por su presidente o monarca, entre ellos el rey Salman de Arabia Saudí, peso pesado regional. El gran ausente es el presidente sirio, Bashar al-Assad, ya que su país perdió en 2011 su escaño en la Liga Árabe. Aún así, el conflicto en Siria se encuentra en el centro de las preocupaciones regionales, junto a los de Yemen y Libia.

El líder de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit calificó como «vergonzoso» que las capitales de la región sigan la crisis siria «sin posibilidad real de intervenir, mientras otros actores influyentes juegan este papel». El lunes ya había pedido a los países miembros que desempeñen un papel más activo en Siria.

De hecho, ninguno de los tres países que están liderando las negociaciones entre Gobierno y rebeldes en Kazajistán y repartiéndose la influencia sobre el país árabe –Rusia, Turquía e Irán– son árabes, si bien varios miembros de la Liga respaldan a grupos rebeldes que combaten contra Al-Assad.

El presidente egipcio, Abdel Fattah al-Sissi, consideró «lamentable» que «algunas potencias se aprovechen de la situación para reforzar su influencia y extender su control en los países árabes, en el plano político, militar o de seguridad». «No permitiremos a ninguna potencia intervenir en nuestros asuntos. Y toda tentativa de dominación confesional o territorial deberá hacer frente a una posición árabe clara y firme». Sin citarlo, se refería a Irán, aliado del Gobierno sirio, y potencia rival de Arabia Saudí en la región.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres y altos representantes de EEUU, Europa y Rusia están también presentes en la cumbre. Guterres exhortó a los países árabes a que dejen de lado sus diferencias y hagan frente a la crisis siria. «Cuando están divididos, ello permite a otros intervenir, creando instabilidad, favoreciendo conflictos y (la emergencia) de organizaciones terroristas», afirmó.

Al-Sissi calma a Riad

Por otra parte, el rey jordano dio inicio a la cumbre con el apoyo a la «solución de los dos estados» para Palestina.

Por su lado, Al-Sissi aprovechó la cumbre para entrevistarse con el rey saudí Salman bin Adbulaziz, que le invitó a Riad, después de varios meses de tensiones entre ambos países.

Egipto ha provocado el recelo saudí al acercarse a Rusia y llegó a votar en la ONU a favor de una resolución sobre la guerra siria planteada por Moscú, a la que Riad se oponía firmemente. Además, la cesión de dos islas en el mar Rojo a Arabia Saudí fue anulada por los tribunales egipcios, lo que complicó una relación que se había estrechado tras el golpe de Estado de Al-Sissi, y gracias a la cual el reino saudí ha destinado miles de millones de dólares de ayuda a las autoridades de El Cairo.