05 ABR. 2017 GUTUNAK ¿A qué juega el INSS Gipuzkoa? JESÚS UZKUDUN ILLARRAMENDI Hernani En los 5 últimos meses, he sido testigo del rechazo del INSS-Gipuzkoa a las prestaciones de Seguridad Social por enfermedad profesional a tres pensionistas. Los tres afectados de terrible enfermedad, el mesotelioma pleural maligno, cuyo único origen conocido, es la inhalación décadas atrás de fibras del amianto asesino. A ninguno de ellos, la empresa les registró en el listado de trabajadores expuestos al amianto, evitando así la posible detección precoz de la enfermedad. Fueron inscritos por Osalan, tras el diagnóstico médico y las gestiones realizadas por el Área de Salud Laboral de CCOO. Los criterios médicos de valoración de un mesotelioma maligno no ofrecen dudas: Cuando queda probada la exposición laboral al amianto, corresponde una Incapacidad Permanente Absoluta, independientemente de la edad. ¿Por qué rechaza el INSS las prestaciones a los enfermos, obligándoles a ir a la vía judicial? Con afirmaciones como «las lesiones que presenta no derivan de enfermedad profesional» o «no calificar como Incapacidad Permanente, por no presentar reducciones anatómicas o funcionales que disminuyan o anulen su capacidad laboral». Una inadmisible burla, que no respeta el R.D. 1299/2006, ni la ética médica. Esta inhumana actitud, solo se entiende como un intento de desmoralizarnos y frenar el reconocimiento del cáncer profesional, causante de muertes diez veces superiores a los accidentes de trabajo. ¡Se equivocan! Aunque multipliquen el sufrimiento a las víctimas y sus familias, no conseguirán desmoralizarnos, la empatía común nos da fuerza para exigir reconocimiento del daño y compensación. José María Olamuzu, vecino de Ibarra, ex trabajador de la Papelera Tolosana, fue quien recibió el primer rechazo, un mes más tarde, el 19 de diciembre, fallecía. No se saldrán con la suya, en breve volveremos al Juzgado apoyando a la familia la demanda por el reconocimiento profesional de la enfermedad y muerte. En este contexto, sorprende e irrita la pasividad y silencio de Osakidetza, obligada a correr con gastos sanitarios que no le corresponden, igualmente, el de fuerzas parlamentarias y algunas fuerzas sindicales.