Floren Aoiz
@elomendia
JO PUNTUA

Desarme, iniciativa popular e insubordinación

La biarra obliga, decía mi abuela, injertando en castellano la vieja palabra vasca. La necesidad despierta la inventiva y la innovación, como le ha ocurrido a la sociedad vasca tras comprobar que durante decenios le han mentido prometiendo que si ETA cesara su actividad armada todo sería posible.

Ante la cerrazón de los estados español y francés, podían haberse impuesto la desesperanza o el testimonialismo, si es que no son lo mismo, pero también podía encontrarse un camino donde parecía no haberlo: abriéndolo, claro. Alguien debió pensar que con su intransigencia e inmovilismo podría frustrar la paz, pero no sabía que el pueblo vasco es tan cabezón como creativo. Es así que el cambio de ciclo en Euskal Heria se está haciendo no sólo al margen sino en cierto modo también contra los estados.

Y de este modo hemos llegado a una sorprendente dinámica de desarme protagonizada por los movimientos sociales y a la que –aunque en ciertos casos a regañadientes y de modo limitado– han terminado por sumarse agentes políticos e instituciones. Los estados que no pudieron impedir que un grupo se armara y cuestionara su monopolio de la violencia durante un largo tiempo, han resultado incapaces igualmente de impedir que se desarme sin esperar su consentimiento. De la insubordinación fundadora a otra nueva insubordinación, esta vez en una nueva etapa de nuestra historia, con otros protagonismos, otras formulas, otra cultura política, pero marcada por el viejo y ahora rejuvenecido deseo de nuestra sociedad de ser dueña de su destino.

Se cuestiona así el monopolio de los estados sobre el orden público y el establecimiento de lo legítimo y lo ilegítimo. Es decir, se pone en entredicho la propia soberanía de esos estados sobre nuestra sociedad, que ha preferido marcar y seguir sus propias reglas. Yo a eso le llamo insubordinación y me gusta mucho.