Raimundo Fitero
DE REOJO

Vaya

Vaya, acabaremos haciéndonos seguidores silenciosos de la UCO, ya que nos proporciona satisfacciones veladas, secretas, con sus últimas intervenciones. Hay que andar con mucho cuidado porque todo se amontona y Esperanza Aguirre llora ante los micrófonos al salir de una declaración ante un tribunal que se ha retransmitido en directo por muchos medios, por un asunto que no tiene nada que ver con el penúltimo escándalo del Canal Isabel II. La duda es razonable, ¿es buena o mala actriz? Es una política calcinada, carbonizada, que avergüenza.

Vaya, lo que a algunos nos tiene encantados de la vida es que está declarando en estos precisos momentos en los que escribo como investigado, es decir como imputado, o sea sospechoso de haber cometido algún delito nada menos que Francisco Marhuenda. Acompañado de sus jefes en el periódico (o lo que sea) que dirige y también hasta de Atresmedia, cosa que tiene sus bemoles. Están sacando una cereza y se arrastran decenas. La acusación a Marhuenda es nada menos que de coacciones, y lo sacan de una conversación telefónica en la que se demuestran que estaban intentando montarle una campaña contra Cifuentes si seguía con la denuncia de lo del Canal.

Vaya, actitudes mafiosas. ¿Les parece extraño? ¿No lo han visto nunca en La Sexta amenazando con hablar con su Jefe si se le contradecía? Pues eso llevado a asuntos de dinero, pero de verdad, no de ser nombrado policía emérito, le hacen ser un adalid del borrado de la corrupción de la gorda, y se demuestra la utilización de eso, es decir de “La Razón” como lo que aparenta, un aparato de intoxicación y encubrimiento de actividades ilícitas, al servicio de una banda organizada. ¡Joder! Lo que acabo de escribir me suena. Voy a revisar los autos de Baltasar Garzón, el prevaricador.