Raimundo Fitero
DE REOJO

Un clásico

Treinta y tantos festivales no vistos o parcialmente sufridos que me proporcionan una entrega de este faldón crítico. Hoy cumplimos con el clásico. Pero con otra mirada más colectiva. Una taberna, a tope, gente joven, varios electrodomésticos esenciales repartidos por las esquinas del local, sin audio.

De repente un murmullo. Uno de mis acompañantes, gallego, se encocora porque va ganando Portugal. Y España va con cero “points”. Siguen nuestras conversaciones intentando arreglar la cultura. Y de repente estalla un estruendo, en una mesa celebran algo: alguien, a última hora ha dado cinco “points” al desastre español. Cachondeo eurovisivo clásico y antipatriótico. Al poco, un jolgorio generalizado. Portugal gana. Insisto, sin audio, con la gente pendiente de su cerveza, su vino, su pulpo. Un acontecimiento. Y resulta que el ganador es un muchacho que hace jazz, no ha visto jamás Eurovisión, ni siquiera ve la televisión en su casa, llegó allí porque su hermana, autora de la canción, lo había inscrito, había ganado la selección, y con una imagen desaliñada, un tacto vocal de una sensibilidad exquisita, consigue, por las razones que sean, ganar. Y con autoridad, solvencia y aplauso.¿Hacemos una interpretación política, cultural, sociológica o sicológica? Organizar el año próximo el festival es una inversión importante que la Radio Televisión de Portugal debe hacer. Se recuerda que en Portugal gobierna una coalición entre el PSP y el PCP, de izquierda, con otras políticas que las del austericidio y están saliendo de la crisis con más fuerza y equilibrio. Además, la Cultura en el país vecino se trata con más cuidado y la música y los artistas lusos son de una integridad total. Y han ganado Eurovisión. Saquemos las conclusiones que queramos. Un apunte: las casas de apuestas ya daban días antes como última a la española. Un clásico.