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IKUSMIRA

Esto no es Hollywood


Hace muchos sábados ya que a la Parte Vieja de Donostia llegó agosto. No sus altas temperaturas ni sus días de vacaciones, pero si su gentío. Ocio, cañas y pintxos. Gente en la calle, gente en los bares. Gente en las escaleras buscando entre los varios hostales que hay en el inmueble.

A la vuelta de Semana Santa hablaba con parte de la cuadrilla que se había quedado «cuidando el barrio». El relato: «Ha habido más gente que nunca (lo decimos cada año, la cuestión es que es verdad), han aparecido pintadas contra los turistas y Airbnb y nos han cobrado dos euros y pico por un zurito».

Vayamos por partes. Que hubiera muchos visitantes cabe dentro de la lógica de las fechas, yo misma visité una ciudad ajena, casi «invadida». Que aparezcan pintadas que no comparto me resulta preocupante, porque indica que hay un malestar que hay que solucionar. Lo que es denunciable es la repentina subida de precios que algunos hosteleros aplican cada vez que asoman determinadas fechas como si fuéramos tontos.

Recuerdo el primer pintxo de 2017. Y no por lo bueno que estaba, sino por la hostia que me dieron. En mi propio barrio, en un bar de toda la vida que se ha plegado a la bonanza del turismo. Ese es el problema, que la vida se ha vuelto más cara aún para quienes vivimos aquí todo el año.

«Esto es San Sebastián», me dijo un parroquiano cuando discutía el precio con el camarero. No bajen la guardia, porque a la amenaza de los hosteleros que cobran incluso por el hielo para el café (en serio) se le ha unido el de los donostiarras que se han tragado, y encima con mucho gusto, que esto es Hollywood.