«Okja»: Caso abierto
Como era de esperar, en Cannes todo son besos, abrazos y sonrisas de oreja a oreja. Todo el mundo está encantado de estar aquí... porque todo el mundo hubiera matado por estar aquí. No hay que olvidar esta última circunstancia, pues detrás de la inmensa alegría de plantar la bandera en el gran templo del cine de autor, acostumbran a haber grandes batallas previas para llegar a la línea de meta. Que se lo digan a Ted Sarados, CEO de la omnipotente Netflix, cuya importancia en la industria se ve plasmada, en parte, por su progresiva implantación en citas cinéfilas de este calibre.
Este año, en la Croisette, tenemos a “Okja”, lo nuevo de Bong Joon-ho, en la carrera por la Palma de Oro. Esto no ha hecho nada de gracia al gremio de exhibidores cinematográficos franceses, peleados desde hace tiempo con Netflix por no respetar esta su regla dorada de los 36 meses (la empresa de Sarados se reserva en exclusiva el estreno de sus perlas, ignorando así este lapso de tiempo que tiene que transcurrir para pasar de las salas de cine al Video On Demand). Resultado: el equipo de Thierry Frémaux ha tenido que apagar el fuego con un cambio de última hora en las reglas del juego. A partir de 2018, cualquier cinta que quiera competir en Cannes, deberá asegurar su estreno en salas de cine francesas. Bien por los circuitos tradicionales de distribución; no tanto para los nuevos.