Raimundo Fitero
DE REOJO

Segundo

El segundo de cualquier competición es el primer perdedor. Mi adicción secundaria es ver los programas y concursos con cocineros. En “Top Chef” de Antena 3 ha ganado una cocinera valenciana, Rakel, con una espontaneidad aplastante y un desparpajo fallero muy mediterráneo. Una mujer que ha ido creciendo en técnica y que ha mantenido una guerra abierta con el segundo clasificado, Víctor, un cocinero peruano con restaurante con estrella Michelin, que fue prepotente, descaradamente borde, que menospreció a sus rivales y que se llevó una de las hostias más grandes nunca sucedidas en estos concursos que tienen algo de apaño o de acomodación a las circunstancias y a la evolución de los participantes. La pregunta que me hago cuando me quedo hasta las tantas de la madrugada viendo estos programas es si lo hago por aprender algo de cocina. Y la verdad es que sí, alguna idea, alguna pista encuentro. Aunque en estos momentos a mí me gusta mucho “Torres en la cocina”, algo potable de TVE donde los dos cocineros gemelos están haciendo platos sencillos pero con una chispa añadida. Me gusta su tono y me gustan sus propuestas. Y sí, aprendo. Mis familiares y amigos lo saben. Karlos Argiñano casi interesa más por los chistes que por las recetas, aunque sigue siendo una buena manera de iniciarse y mantiene su gran capacidad de encantamiento.

El Canal Cocina, ese del huevo frito, se ha vuelto muy reiterativo, con demasiadas redifusiones. Tienes que estar muy al loro para ver alguna entrega nueva. Lo más interesante son esos programas de cocina tradicional, con gente del pueblo, hecha en fuego bajo, con recetas que demuestran que el colesterol es una fiesta y el azúcar está más presente que el ajo. En La 2, hay una serie de “Imprescindibles” con cocineros que merece la pena ver por su calidad narrativa.