Los reformistas encabezados por Mohsen Hashemi Rafsandjani, hijo del expresidente Akbar Hashemi Rafsandjani, ganaron las elecciones municipales de Teherán, donde gobernaban los principalistas desde hace 14 años, al lograr 21 representantes.

La desaparición de los conservadores en el consejo municipal es una severa derrota para el alcalde actual, Mohamad Bahger Ghalibaf, que ha gobernado 12 años la capital iraní y fue candidato presidencial, aunque se retiró a favor de Ebrahim Raisi, derrotado por Hassan Rohani.

Tras la euforia por la victoria, el reelegido Rohani se enfrenta a la oposición de los ultraconservadores a su política de reformas y a la hostilidad de EEUU.

Tanto el poder judicial como los Guardianes de la Revolución se oponen a una ampliación de las libertades civiles y al acuerdo con Occidente. Estas instituciones «no elegidas tratarán de impedir que Rohani aplique sus reformas», dijo Clément Therme, analista del IISS. A su juicio, Rohani «pondrá el acento en la economía» y «si hay una mejoría en la vida cotidiana de la población, reforzará su posición para impulsar las reformas en la esfera de los derechos civiles».

Pero relanzar la economía no será fácil. A pesar del acuerdo nuclear con las grandes potencias, que permitió levantar parte de las sanciones, Washington mantiene su hostilidad hacia Irán y también las sanciones que atemorizan a bancos internacionales e inversores extranjeros. No es el caso de los gobiernos europeos, ruso y asiáticos, que quieren aprovechar el rico mercado iraní e invertir.