Dabid LAZKANOITURBURU

Los cálculos de Trump y la nostalgia por Obama

El inicio de la primera gira mundial de Trump ha coincidido con la victoria electoral del presidente de Irán, Rohani. Oportuno, el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha aprovechado su visita a Ryad y a Tel Aviv para cargar contra Teherán.

Con ello, regaló los oídos de Arabia Saudi y de Israel. En el primer caso, a cambio de jugosos contratos de armamento por valor de 380.000 millones de dólares en 10 años. Business is business...

En Israel, Trump trata de enjuagar la desilusión del Ejecutivo sionista por el incumplimiento, de momento, de algunas de sus promesas, como la del reconocimiento de Jerusalén como capital judía.

Netanyahu, que oró durante años por el relevo de su odiado Obama por alguien como Trump, no es el único ni el mayor despechado. Muchos que pronosticaron una mejora de la situación mundial tras su triunfo asisten al coqueteo de EEUU con la idea de una «OTAN con las potencias árabes suníes». Algo a lo que nunca se atrevió un Obama que, cierto es, esperó hasta el final para reconocer la impresentable alianza de EEUU con los Saud. Lo mismo ocurre con el acuerdo nuclear de Obama con Rohani, que Trump podría hacer saltar por los aires si conviene a sus intereses y por encima de «pequeñeces» geoestratégicas. O con Israel y sus promesas, que podría reactivar cuando le convenga.

Malos tiempos estos en que sus mayores críticos dudan de si comenzar a echar de menos al hasta ayer peor presidente de EEUU. Netanyahu no está entre ellos. Él no desespera. Sigue confiando en Trump.