Raimundo Fitero
DE REOJO

Manitas

Manitas y manotazos. Dos sensaciones contrapuestas acaban por fortificar mi pensamiento líquido. La visita de Donald Trump a Europa ha instaurado el fin de la información política entendida como una sucesión de hechos que tienen causa y efecto. Ahora todo es banal, casual, infantil, impostado. Y uno sospecha de que este cambio sea un plan. Que la llegada de ese trampero llamado Trump sea un punto de involución absoluta. La ignorancia, la prepotencia, el artificio, la diplomacia como estrategia de venta. Y los medios han entrado a ello. El no otorgarle a este hombre naranja entidad política, como si se quisiera esconder la cabeza debajo de su flequillo, hace que el mensaje ultra nacionalista, pre o pro fascista, se vaya asimilando en memes y en chistes malos.

He visto en informativos televisivos, no en programas de humor, una sucesión e imágenes en las que se intenta demostrar que su matrimonio no va bien, que esa señora de cera que luce a su lado no lo soporta, que no es capaz ni de aguantarle que le dé la mano en público. Desde el día de la toma de posesión en donde se vio que los cursillos de interpretación que hace Melania son bastante mejorables ya que se le nota demasiado en la cara la animadversión que siente por el monstruo de gestos prepotentes. Porque a esas imágenes de rechazo de su señora, vienen los apretones de mano con dirigentes políticos que parecen escapar. La cara del Papa Francisco y el empujón cargado de prepotencia que le metió a un presidente europeo para colocarse en la primera línea de una foto oficial forman parte de su plan. Porque lo que se tapa es que es un peligro universal este ignorante multimillonario. Hay que estar atentos, porque algo tiene que pasar. Lo van a apartar y rápido con manitas o a manotazos.