04 JUN. 2017 Iñaki Ruiz de Eguino, entre el espacio y la luz La nueva galería donostiarra Vetusart muestra hasta finales de junio una selección de las pinturas y esculturas que Iñaki Ruiz de Eguino ha elaborado en los últimos quince años, selección que indaga en sus investigaciones sobre el espacio y la luz, elemento sobre el que basa sus últimas obras, las denominadas «calicromías». Amalur ARTOLA DONOSTIA Iñaki Ruiz de Eguino expone en la recién inaugurada galería Vetusart de Donostia “Escalador del espacio”, muestra en la que el escultor y pintor donostiarra exhibe una selección de las obras que ha creado a partir del año 2000. En total, dieciséis esculturas y casi treinta pinturas entre las que resaltan sus características geometrías, su idea sobre el espacio y las recientes “calicromías”, pinturas en las que se impone la presencia de la luz. Ruiz de Eguino reconoce que es más conocido por sus trabajos escultóricos que por sus pinturas, sobre todo por las “esculturas transitables” – ubicadas en espacios públicos y dentro de las cuales las personas pueden adentrarse y caminar, como “Errenteriako atea”–, pero destaca que comenzó su recorrido artístico con la pintura. «Cuando terminé de estudiar en Zaragoza comencé con la pintura, porque la escultura es cara de materiales, ejecución... y porque tenía ese complejo de ver a gente como Nestor Basterretxea, Jorge Oteiza o Eduardo Chillida, que trabajaban también la geometría. Pensaba: ‘cómo me voy aponer yo estando ahí ellos, los grandes...’». Y fue precisamente gracias al empujón de «los grandes» que, en la década de los 80, se sumergió en la escultura: «Un día, comiendo con Oteiza en Zarautz, le enseñé algunas cosas y empezó a ponerles títulos y demás, y Nestor, con quien compartí estudio en Hondarribia, también me solía decir: ‘Iñaki, pero si las pinturas estas son esculturas, está claro’. Así que me animé». Desde entonces, ha realizado más de un centenar de exposiciones individuales en ciudades como París, Río de Janeiro, Bruselas, Wiesbaden, Nueva York o Miami, y su obra tiene representación en treinta museos. La luz como horizonte En la exposición de Donostia, muestra una selección de lo que ha venido trabajando en los últimos quince años. En la planta de arriba de la galería exhibe esculturas de pequeño formato y sus “construcciones relacionales”, pinturas basadas en formas geométricas relacionadas entre sí: «Las formas se construyen al relacionarse entre ellas, y utilizo el negro, el gris y el blanco como formas del espacio más lejano, el medio y el más cercano». La planta de abajo está dedicada a pinturas más figurativas, a esculturas de pequeño formato y a sus últimas “calicromías”, una serie de obras de carácter más personal que inició en el año 2000. «Mezclo la caligrafía o el gesto con color y, de esa manera, le doy otro matiz que no es el de la pintura clásica expresionista, buscando siempre tener una obra distinta, personal». A este respecto, opina que haber tratado con artistas de la talla de Oteiza, Chillida, Basterretxea o Mendiburu le ha valido para aprender que «no se puede imitar a nadie». «Al final de su vida, Remigio [Mendiburu] vivía en frente de mi casa y solía venir a eso de las 19.00 para salir a pasear. Íbamos hacia el malecón de Hondarribia y hablábamos de lo humano, lo divino y esas cosas. Con ellos aprendí que lo importante para un artista es tener su propio lenguaje. Chillida tiene una escultura más matérica, densa; Oteiza es todo lo contrario, hace cajas metafísicas buscando el vacío; y yo lo que busqué es una fórmula de diedros, de tal manera que haya siempre huecos y espacios de comunicación», relata en referencia a sus esculturas transitables. Un concepto de escultura que, opina, «no tiene nada que ver» con aquellos que le precedieron, pues él se acerca al land art, intentando ser respetuoso con la ecología y el entorno social en el que vivirá la escultura. Narra que al ir estudiando el espacio se ha dado cuenta de la importancia de la luz y que eso, a su vez, ha influido en su obra. «Empecé a ver la escultura de otra manera. Y, precisamente, el tema de las calicromías es una manera de entrar en el mundo de la luz. Creo que el futuro, también el tecnológico, va a depender de la luz. El cable se ha quedado obsoleto, hoy en día todo es digital, y se está investigando cómo utilizar la luz. En unos años desaparecerán la cantidad de aparatos que hoy funcionan por hondas y la luz será el vehículo tecnológico», vaticina el donostiarra. Relacionadas con la luz están también una serie de pinturas anteriores a las calicromías, a las que denomina “enunciados lineales”, «porque en realidad la línea es la protagonista de todas las formas». Se trata de una serie de pinturas con finas líneas que simulan figuras geométricas de colores entrelazadas sobre un fondo negro. «Es una geometría más orgánica. Aquí es donde empiezo a investigar sobre la luz», relata. El fondo negro le sirve para contrastar con la luz que proyectan los colores de las figuras geométricas: «Para mí el negro es el color perfecto, es el color más importante. ¿Por qué? Porque si te das cuenta, sobre el negro surgen todos los colores con muchas más nitidez: el amarillo, el rojo, el verde… Tecnológicamente, los televisores más caros son los que tienen la pantalla más negra. Se ha creído que el blanco contenía todos los colores, cuando si mezclas todos los colores de la paleta siempre terminas en negro». Así, Ruiz de Eguino remarca que sus últimos trabajos giran en torno al desarrollo de la luz, el color y el grafismo. Y, en referencia a las calicromías, opina que «estos signos que hago yo, en realidad son como conexiones de luz que se abren dentro del cromatismo». Ocurrencias vs. ideas Ruiz de Eguino percibe el mundo del arte como un espacio de exploración en el que aportar siempre signifique sumar; contribuir con una mirada personal. Idea que, según opina, contrasta con el mercado actual del arte: «En las ferias importantes se ve que los artistas son muy miméticos, siguen copiando cosas, haciendo collages... Se venden ocurrencias como ideas y, sin embargo, hay ideas que la gente, como esta acostumbrada a las ocurrencias, no las valora como lo que son: ideas auténticas». En ese sentido, cree que artistas como Oteiza o Chillida desarrollaron un trabajo sistemático, «lo que me parece importantísimo. Einstein decía que el ser humano solamente puede tener una idea en su vida, y es verdad; si no tienes una idea y la enfocas, andarías de aquí para allá. Tienes que ir profundizando en ese punto de mira para que tu vida vaya progresando y mejorando». Y, en el arte contemporáneo, ve «pocas ideas y muchas ocurrencias». La cultura del «todo a un euro» El público general, según el artista donostiarra, se ha visto contaminado de esta idea superficial del arte. «La tecnología, por decirlo de alguna manera, te permite jugar con formas, plásticos, materiales, diferentes elementos, la propia fotografía… y es mucho más económico comprar una fotografía impresa sobre una tela que un lienzo, que es la obra de un artista. A nivel general, funciona como la tienda del todo a un euro». Lo que, a su vez, influye en las generaciones venideras: «Estamos deteriorando la cultura. Y eso influye, e influirá, en la educación de nuestros txikis porque, si les enseñamos eso y les damos pinturas, seguro que se mancharán y se lo pasarán bien, pero no van a tener el rigor de que el arte es algo más serio que mancharse las manos de colores». «A los políticos les interesa lo efímero» Iñaki Ruiz de Eguino se muestra crítico con las decisiones tomadas en torno a la Capitalidad Cultural 2016, cuyo legado presentaron este lunes en Donostia. En opinión del escultor y pintor donostiarra, las instituciones han promovido «una cultura del abandono». «Con el tema del 2016 ha habido muchas performances y tal, pero creo que a los políticos les interesa más lo efímero, algo que dura unas horas y que sirve para llenar periódicos. Pero, sin embargo, a mí de 2016 no me queda nada; solo la pena», asegura. Narra que el pasado año tuvo la oportunidad de viajar a Linz (Austria), que fue Capital Cultural en el año 2009, y en la ciudad podían observarse vestigios de la capitalidad. «En el Ayuntamiento tienen puesta una instalación permanente, por las calles también hay obras que han quedado de entonces... Creo que 2016 podía haber sido una ocasión para potenciar el arte vasco y algunos nos hemos sentido ninguneados cuando hemos ido con nuestras propuestas y nos han dicho que ‘no es no’. Ha habido un menosprecio absoluto a esa gente que conforma la historia del arte vasco», asevera, y asegura que «hay mucha gente que está callada, pero yo en eso soy como Oteiza; lo que tengo que decir, lo digo». A.A. MERCADO DEL ARTE Sobre el mercado del arte opine que hoy en día «se venden ocurrencias como ideas y, sin embargo, hay ideas que la gente, como esta acostumbrada a las ocurrencias, no las valora como lo que son: ideas auténticas». PERSONALIDAD «Chillida tiene una escultura más matérica, densa; Oteiza es todo lo contrario, hace cajas metafísicas buscando el vacío. Con ellos aprendí que lo importante para un artista es tener su propio lenguaje», asegura. CALICROMÍAS «Mezclo la caligrafía o el gesto con color y, de esa manera, le doy otro matiz que no es el de la pintura clásica expresionista, buscando siempre tener una obra distinta, personal», explica.