La liga de los monstruos extraordinarios
Hace más de cinco mil años, los egipcios estaban convencidos de que la muerte no era más que un portal hacia otra vida. Actualmente, nos cuentan, los historiadores afirman que no hay manera humana de enterrar el pasado, pues este siempre encontrará una forma u otra para escapar del olvido. Por su parte, Hollywood sigue dispuesto a creer en cualquier promesa que implique mantener viva la llama del box office. En estas que aparece Alex Kurtzman y propone a la Universal una mezcla de esas dos creencias.
La idea es resucitar/desenterrar a las pesadillas más emblemáticas de dicho estudio. El monstruo de Frankenstein, su novia, el fantasma de la ópera, la criatura de la laguna, el hombre invisible, la momia... Todo el mundo está invitado, y a todos se les ha prometido una película. Este nuevo (?) mundo de dioses y monstruos se llama “Dark Universe”, y está diseñado a imagen y semejanza de los grandes éxitos de la Marvel... solo que recuerda a horrores a los peores fracasos de la DC.
La idea de Kurtzman es adaptar el terror clásico a los tiempos de dominio –tiránico– de las películas de superhéroes; el resultado del primer capítulo es, dígase ya, un desastre. Es así, básicamente, por aquella sentencia de los historiadores. “La momia” de 2017 parece, a efectos prácticos, un remake de uno de los blockbusters más fallidos de principios del siglo XXI: “La liga de los hombres extraordinarios”. Como sucedía en aquel caso, la película de ahora está construida a base de la repetición atropellada de imágenes nada impactantes, envueltas por un montaje descuidado y una sobredosis de efectos especiales que nos remiten demasiado a la serie B. A esto se le añade el agravante de un guion que no sabe tomarle el pulso ni a la comedia ni a la seriedad, y al final nos quedamos con un espectáculo insuficiente a todos los niveles: ni asusta, ni sorprende ni mucho menos divierte.