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IKUSMIRA

¡Diosss, que ya estoy de los nervios!


Lo sé. Soy plenamente consciente de que todavía estamos a 13 de junio y de que faltan más de tres semanas para el Txupinazo, pero es que no lo puedo evitar y ya estoy de los nervios.

Porque resulta muy difícil abstraerse al sinfín de señales que nos anuncian los inminentes sanfermines. Que si la tómbola ya está abierta, que si están en marcha las votaciones para elegir quién va a tirar el cohete, que si ya se conocen los conciertos, que si se ha convocado el concurso de fuegos artificiales… y así un largo etcétera que nos va afilando los dientes sin parar.

Pero, sin lugar a dudas, la madre de todas las señales es el vallado del encierrillo. Desde el 1 de junio, ahí está todos los días esperándonos en la cuesta de Santo Domingo para decirnos que en breve va a oler a toro por toda Arrotxapea como aperitivo de la que se avecina.

Mirado en frío, no deja de ser un montón de tablones colocados con arte para evitar que los toros se desmanden. Pero leyendo los mensajes que decoran esos maderos, se van despertando emociones y recuerdos de otros sanfermines.

Los hay cargados de amor, simples señales de que tal o cual pasó por Iruñea en el mejor momento, hasta algunos son reivindicativos, pero todos tienen en común ese afán por dejar un recuerdo lo más indeleble posible de una experiencia inolvidable.

Una pena que cuando llega el 14 de julio lo retiren prácticamente con los toros todavía en la calle. Porque no vendría nada mal que lo dejaran unos días más para habituarnos a que ya falta menos.